24.11.12

La crema de la intelectualidá

La derecha española ha contado siempre con la (des)interesada asesoría política de lo que Agustín Lara llamó en buena hora "la crema de la intelectualidá": basta echar un vistazo a los flashes (y favores) compartidos por personajes de la calaña de Norma Duval, Julio Iglesias o Bertín Osborne con la flor y nata del PP actual para constatar que el arribismo seudoartístico del franquismo se ha perpetuado hasta nuestros días, cuando un caduco galán llamado Arturo Fernández ha dictado su última lección magistral: "Lo que pasa es que no hay que salir a la calle. Y cuando se sale a la calle, coño, sal con gente guapa, porque las manifestaciones… Yo en mi vida he visto gente más fea, mecagüen la leche. Dije, ¿pero cómo es posible? A estos no los veo por la calle. Deben de tenerlos en campos de concentración, porque no lo puedo entender. Y dicen: que salga la manada, y ahí van". Lección reída, de inmediato y a carcajada limpia, por el rebaño trajeado que pastaba a su vera en la tertulia intereconómica que (des)arregla España cada noche; argumentos de alta política, porque ellos no se andan con chiquitas. Mas, ay del que ose llevarles la contraria o meter el dedo en sus yagas, pues será juzgado, como el arzobispo Bartolomé de Carranza ("El necio callando / parece discreto / y el sabio hablando / se verá en aprieto"), por la inquisición posmoderna: verbigracia, el bocachancla Rafael Hernando, que ha instalado en Twitter su altar divino: que un juez le parece díscolo (Pedraz), lo llama "pijo ácrata"; que un actor se manifiesta indignado (Bardem), lo descalifica como "gran villano" y frívolo millonario. Ya lo decía el arzobispo: "Toda palabrita / que el necio no entiende / gran fuego prende; / y, para se apagar, / no hay otro remedio / si no es con callar".

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