30.11.12

El chocho y el coño

La diferencia entre "Me duele el chocho" y "El coño huele a coño" es la que hay, aunque tú no lo sepas, entre un evanescente reality show seudopornográfico y una profunda reflexión sociocultural. Lo que separa a un chocho dolorido de un oloroso coño son, aunque no lo parezca a primera vista, cientos de páginas de lectura, miles de horas de estudio, decenas de miles de horas de escritura. La distancia que hay entre un vulgar chocho capitalino y un desprejuiciado coño maño es la que necesitaría recorrer una adolescente arrabalera hasta alcanzar la dignidad humana de una de las periodistas más valientes del panorama nacional. El chocho de una impúdica pelandusca que malgasta el día revolcándose —cámara mediante— para regocijo de los espectadores del (pen)último engendro televisivo, viene a ser la quintaesencia audiovisual de la decadencia moral y cultural de esa que (hasta ahora) nos habían vendido como la generación mejor preparada de nuestra historia. El coño de Cristina Fallarás –con perdón— representa la ejemplar rebeldía del joven (aunque sobradamente preparado) periodismo español y su anarcoide libertad de expresión; esos que tratan de desembarazarse a marchas forzadas de la vampírica Cultura de la Transición y su pacata autocensura. No es lo mismo confesar que te pica el chocho, en medio de un volteo televisado y al tiempo que te preguntas si todos los condones llevan látex, que publicar un artículo sobre violencia de género en la revolucionaria sección cultural de un flamante diario online bajo un título provocador. No es lo mismo, en fin, ser destinatario de una (supuestamente graciosa) dedicatoria de los Mojinos Escozíos que ser glorificado por Juan Manuel de Prada en un (delicioso) opúsculo de ecos ramonianos. No sé si me explico, pero no es lo mismo, como diría mi abuelo, tuberculosis... que verte el culo.

28.11.12

Progreso y regreso

La prensa española se vulgariza cada vez que toca escudriñar resultados electorales, por más que aparente seguir a pies juntillas la altanera sugerencia de la condesa viuda de Grantham en Downton Abbey: "No seas derrotista, querida: es muy de clase media". Aquí, las (debilitadas) fuerzas del orden mediático presentan a todo quisque como derrotado, salvo a las formaciones que no pintan nada, vendidas como paradigma del éxito aunque no les vote más que la retahíla que firma en las coronas de difuntos: amigos, hijos, hermanos y demás familia. El resto es una cuadrilla de perdedores, dicen: los unos, por no alcanzar lo esperado; los otros, porque superarse no cura su esterilidad; pero tanto a unos como a otros les prestan sus interesados hombros para que enjuguen públicamente sus lágrimas. Sea como fuere, esta vez lo sustancial es que Cataluña se ha situado en un punto equidistante entre el progreso y lo que prefería Josep Pla, el regreso: el parlamento ha sufrido un buen meneo que deja todo como estaba, pues los frentes soberanismo-constitucionalismo y derecha-esquerra repiten guarismos y seguirán abiertos. En la lucha por la independencia, Mas ha perdido una batalla (personal) pero no la guerra: la marabunta que salió a la calle en la Diada ha refrendado su voluntad de estrechar y multiplicar las franjas rojigualdas de la bandera española para convertirla en estelada, sin esconder su malestar por los brutales recortes de su Gobierno autonómico. Lo que no queda tan claro es que esa masa esté dispuesta a ser una nación si el mesiánico president se empeña en dirigirla como definió Renan: "Un grupo de gente unida por una visión equivocada del pasado y por el odio a sus vecinos". Me da a mí que Cataluña es —y de momento seguirá siendo— otra cosa.

26.11.12

Un cuento real

Érase una vez un español (poco español) alumbrado en la bota de Europa por culpa del exilio forzoso de su familia y educado allende los Alpes y a orillas del Atlántico, lo que le impedirá en el futuro vocalizar correctamente su lengua. Acabado de hacer en su país cuando el orden estuvo restablecido, fue adiestrado de joven en tareas militares y navales, época en la que incubó una irrefrenable pasión por la caza (mayor y menor) y por el mar; completó su currículo aprendiendo lo justo de leyes, para pasárselas por el forro, y de cuentas, para descuadrar los presupuestos propios y ajenos, siempre a su favor. Sus padres lo casaron, por el añejo rito de la conveniencia, con una extranjera que nunca le hizo tilín pero con la que trajinó tres vástagos: una hembra a medio cuajar; otra, algo más espabilada; y un varón, la gran esperanza de la familia. Durante algunos años, la pandilla infeliz gastó apariencia de familia perfecta comiendo perdices, pero los vecinos sospechaban de la querencia del pater familias por las faldas y la priva, aunque nunca lo pillaron con las manos en la masa. Al tiempo, su contraria se afanaba en sacar adelante a las tres criaturas, lavando los trapos sucios en casa. Pasaron los lustros, los zagales se tornaron talludos y las desavenencias crecieron con ellos: todos tardaron en ayuntarse pero, cuando lo lograron, se empeñaron en recoger lo peor de cada casa. La mayor se agenció un dandi posmoderno al que los papeles le atribuyeron diversos vicios inconfesables; con él tuvo la parejita antes de divorciarse con suspense. La mediana se arrimó a un deportista de élite, pero el braguetazo lo pegó él: juntos parieron familia numerosa y, para mantenerla, se enfangaron en indiscretas corruptelas que la justicia investiga en la actualidad. El pequeño tuvo muchas (y bien parecidas) novias, pero contrajo, en segundas nupcias para ella, con una periodista marimandona que de momento no ha dado mayores quebraderos de cabeza que los propios de su pasado. Mientras tanto, el cabeza de familia se recreaba en sus aficiones, disparando (real y metafóricamente) a todo semoviente que se le cruzara: su colección de piezas cobradas incluye innumerables bestias de cuatro patas y otros tantos (y exóticos) ejemplares bípedos. Cuando los hijos bastardos comenzaron a llamar a su puerta y la corneada parienta amenazó con ponerle de patitas en la calle, cuando salieron a la luz los millones que guardaba debajo de un baldosín y cuando su (mala) salud amenazaba con callarlo para siempre, se plantó en la tele y apaciguó el temporal, lapidario: "Lo siento mucho: me he equivocado y no volverá a ocurrir". Estos días anda —es un decir— en el hospital, convaleciente de su última operación: dicen que se trata de la cadera, pero yo creo que ha sido intervenido del premonitorio tiro en el pie que se pegó su nieto mayor hace unos meses. Su casta quedó entonces malherida y, a lo mejor, no tiene cura.

24.11.12

La crema de la intelectualidá

La derecha española ha contado siempre con la (des)interesada asesoría política de lo que Agustín Lara llamó en buena hora "la crema de la intelectualidá": basta echar un vistazo a los flashes (y favores) compartidos por personajes de la calaña de Norma Duval, Julio Iglesias o Bertín Osborne con la flor y nata del PP actual para constatar que el arribismo seudoartístico del franquismo se ha perpetuado hasta nuestros días, cuando un caduco galán llamado Arturo Fernández ha dictado su última lección magistral: "Lo que pasa es que no hay que salir a la calle. Y cuando se sale a la calle, coño, sal con gente guapa, porque las manifestaciones… Yo en mi vida he visto gente más fea, mecagüen la leche. Dije, ¿pero cómo es posible? A estos no los veo por la calle. Deben de tenerlos en campos de concentración, porque no lo puedo entender. Y dicen: que salga la manada, y ahí van". Lección reída, de inmediato y a carcajada limpia, por el rebaño trajeado que pastaba a su vera en la tertulia intereconómica que (des)arregla España cada noche; argumentos de alta política, porque ellos no se andan con chiquitas. Mas, ay del que ose llevarles la contraria o meter el dedo en sus yagas, pues será juzgado, como el arzobispo Bartolomé de Carranza ("El necio callando / parece discreto / y el sabio hablando / se verá en aprieto"), por la inquisición posmoderna: verbigracia, el bocachancla Rafael Hernando, que ha instalado en Twitter su altar divino: que un juez le parece díscolo (Pedraz), lo llama "pijo ácrata"; que un actor se manifiesta indignado (Bardem), lo descalifica como "gran villano" y frívolo millonario. Ya lo decía el arzobispo: "Toda palabrita / que el necio no entiende / gran fuego prende; / y, para se apagar, / no hay otro remedio / si no es con callar".

22.11.12

Góngora, desahuciado y okupado

Cuenta, no sé si la historia, la leyenda o una mezcla de entrambas, que hubo una vez un puñado de calles en la capital del reino, hoy llamado con agudeza barrio de las letras, en donde se cruzaban de ordinario para dirigirse a sus respectivos quehaceres las figuras más brillantes de nuestra áurea literatura: Cervantes, Calderón, Lope… Vecino de estos era Góngora, hasta que, arruinado, hubo de sufrir impotente cómo lo desalojaba de su propia vivienda su íntimo enemigo, un boyante y crudelísimo Quevedo que se dio el gusto de desahuciar a su rival de rimas plantándolo de patitas en la calle. El desahucio es la más dolorosa de las vejaciones que pueden infligirse a un ser humano, y su práctica se entiende con dificultad en una tierra que aparcó hace siglos o décadas las monarquías (más o menos) absolutistas y las dictaduras. Pero de poco sirve que nuestra democrática Constitución reconozca el derecho a una vivienda digna en un tiempo en el que no son los políticos sino los banqueros quienes nos desgobiernan. Los gerifaltes españoles se han vuelto a retratar con su desacuerdo en materia de desahucios, dejando en manos de Rajoy y sus secuaces el aplazamiento -no la solución- de un desproporcionado drama. Europa, a la que Andrés Neuman ve como una “abuela que se comporta como si nunca antes hubiera sido pobre”, aprieta las tuercas de nuestro engranaje público defendiendo a unos bancos que resucitan gracias a sus millones; y estos, a su vez, se hacen fuertes estrangulando a los políticos nacionales por donde los tienen cogidos desde siempre: por las gónadas. Entre tanto, afuera aguardan millones de viviendas vacías, sin redistribuir, como la que fue de Góngora y Quevedo en Madrid: ruina deshabitada okupada hace un año pacíficamente y desocupada a la fuerza por uno de tantos propietarios inhumanos.

20.11.12

Venganza post mortem

Le leí no hace mucho a Patricio Pron que un monumento es "una forma de perpetuar en la memoria algo que nunca recordarías si no te obligaran a ello", y de inmediato se me vino a las mientes el Valle de los Caídos, paradigma de la infamia de aquella España que no fue una ni grande ni libre y lugar de peregrinación para quienes, aún hoy, alardean del patriótico placer que les provoca hurgar en la sangrante herida causada por el franquismo. El horrible armatoste ideado por el generalísimo de nuestros ejércitos para perpetuar su "gloriosa Cruzada" fue levantado a fuer de pisotear la dignidad de decenas de miles de presos del Régimen, cuyos restos yacen ignorando qué sea eso del eterno descanso al lado de los de sus ínclitos castigadores, Franco y José Antonio, que fueron a morir, con treinta y nueve años de diferencia, un fraternal 20 de noviembre. El conciliador Zapatero abortó su segundo mandato en fecha tan señalada, incumpliendo una de las máximas de su ineficaz ley de memoria histórica: dejando pendiente la separación definitiva de víctimas y verdugos. Y el subsecuente Gobierno popular ya ha dicho que ve "difícil" ejecutar esta demanda social mayoritaria. Mas lo que Dios unió, y el hombre no se atreve a separar, va a sepultarlo la naturaleza, echando por tierra aquel pomposo discurso del papa Juan XXIII: "Yérguese airoso en una de las cumbres de la sierra de Guadarrama […] el signo de la Cruz Redentora, como hito hacia el cielo". Un estudio científico informa que las estereotómicas esculturas pergeñadas con "un popurrí incompatible de geomateriales de construcción" por mi paisano Juan de Ávalos para rematar el desaguisado se pudren por dentro. Y yo quiero pensar que esa es la venganza post mortem de un artista republicano y socialista secuestrado por la dictadura.

18.11.12

Año Mariano

Se me saltaron las lágrimas, de la risa, la primera vez que escuché a Rajoy balbucear aquello de: "Que donde dijeooo… cómo es… donde dijo digo… donde digo dig… eeeh… donde dije digo… pues digo diego". Los zapping audiovisuales y la red viral convirtieron este añejo refrán, transformado por arte de birlibirloque en trabalenguas, en el insuperable eslogan de la postcampaña electoral del PP: el primer (y malaventurado) año Mariano que ahora se cumple, se resume en un puñado de medias palabras escupidas por el presidente del Gobierno a trancas y barrancas, con la solícita ayuda de sus asesores, que no tienen graduado escolar pero manejan el refranero español a las mil maravillas. Escuchando los titubeos del mandamás de la patria, lo primero que le viene a uno a la mente es que el 20 de noviembre de 2011 España volvió a "votar con los pies" (Friedman) y puso el país en manos del (más) tonto de la clase, pero queda el consuelo de las lecturas de Scott Fitzgerald, que aseguraba que no hay mejor señal de inteligencia que la capacidad de mantener dos ideas contradictorias en la cabeza al mismo tiempo. De ser esto cierto, podemos dormir tranquilos: nos gobierna un ejército de lumbreras. ¿Aparentemente contradictorios? ¿Sospechosamente dados a la mentira? ¡Qué va! Profundamente inteligentes; tanto, que uno pasa lista y cae rendido de admiración: Wert, Báñez, Montoro… No sigo porque la envidia me corroe. Doce meses han dado de sí al Partido Popular para echar por tierra a golpe de decreto todas y cada una de las líneas de su programa electoral; en solo un año ha finiquitado el bienestar general al tiempo que afianzaba su bienestar particular, con la connivencia de una ciudadanía que le planta cara con la boca pequeña: un año después, volvería a ganar las elecciones. Así pues, todos juntos, digamos diego.

16.11.12

¿Huelgan las huelgas?


"Se ha zanjado con un seguimiento del 76,7%, según los sindicatos convocantes, o del 12%, según la patronal" (Elpais.com). "23:30. Ya podemos concluir: se confirma una caída de la demanda eléctrica del 11% respecto a la previsión de REE. Una cifra claramente inferior al 29M de 2012 (14.7%) y al 29S de 2010 (13.7%); y aún más alejada de 2002, 1994 y 1988" (Politikon). "A las 23h el indicador de EFC pone de manifiesto que el consumo de electricidad imputable a la actividad productiva ha caído, desde la 00h del día de hoy 14N, un 66%" (Economistas Frente a la Crisis). "No creo que tras la jornada de ayer, 14 de noviembre, lo más importante sea discutir sobre el éxito o el fracaso de la huelga. Me apresuro a opinar, si me lo permiten, que no fue ni lo uno ni lo otro. Media entrada, que se dice. Pero las manifestaciones acallaron las discusiones. Cientos de miles de personas -¿alguien con los ojos abiertos puede dudar de esa cifra?- se echaron a la calle para mostrar su absoluto rechazo a la política económica del Gobierno de Mariano Rajoy" (José María Izquierrdo). "Hoy seguiremos con la guerra de cifras en torno al éxito o fracaso de la huelga general. Como si eso importara ante los aplastantes datos del deterioro objetivo en el que se encuentran tantos y tantos grupos sociales. Con nombres y apellidos, con rostros perfectamente reconocibles" (Fernando Vallespín). "Está claro que los sindicatos no son capaces de parar este país mediante una huelga general, quizás porque los ciudadanos, en medio de una crisis económica brutal, no la consideran el instrumento adecuado para canalizar su enfado, quizás porque seis millones de parados inoculan un miedo insuperable. También está claro que las manifestaciones se están convirtiendo en la única vía real para que ese creciente malestar y ese desasosiego logren expresarse" (Soledad Gallego-Díaz). "Claro que no paralizó el país. Todo lo contrario: lo movilizó. Un país paralizado es lo que ellos pretenden: un país paralizado de miedo, una sociedad quieta y callada, atemorizada por la triple tenaza: la crisis (miedo al paro y a la exclusión); la reforma laboral (miedo al patrón, al que la reforma laboral dio todo el poder); y la represión (miedo a los porrazos y multas). Pero ayer ocurrió todo lo contrario, y esa es nuestra victoria: el país no se paralizó, sino que se movilizó, se echó a la calle masivamente y aireó la protesta durante todo el día" (Isaac Rosa). "La Huelga General del 14N ha supuesto la demostración, otra más, de los límites en la capacidad de acción de la Izquierda, del desprestigio de los sindicatos, de su escasísima representatividad social y de su achatarramiento ideológico. Pero el Gobierno, en vez de aprovechar la ocasión para dar el golpe de gracia a estas bandas vociferantes y violentas, acabando con sus innumerables privilegios y permitiendo la creación o recreación de un sindicalismo nuevo, más acorde con la España actual, se va a recrear en el fracaso ajeno para no cumplir con la obligación propia" (Federico Jiménez Losantos). "Nadie tiene la sensación de que ha habido una huelga general. No han hecho la menor pupa, a pesar de la mentira de que se han dilapidado 4.000 millones de euros. Prepárense para las nuevas vejaciones. A partir de ahora, la dictadura del capitalismo hispano en plena apoteosis. Con unos ministros tan recogiditos y pulcros" (Arturo González). "La huelga ha sido dura, ma non troppo, y sirve al Gobierno de Rajoy para enviar una señal a Berlín: atención, que España comienza a humear" (Enric Juliana). "Cientos de miles de personas participaron en las manifestaciones organizadas en toda Europa por la Confederación Europea de Sindicatos para protestar contra las políticas de rigor. En opinión de la prensa europea, este cansancio ante la austeridad pone en duda el modo con el que se está realizando el ajuste presupuestario" (Presseurop.eu). "Una mega huelga golpea Europa" (Russia Today).

"Para adueñarse de la voluntad de las masas hay que poner en circulación ideas muy toscas y asequibles; porque las ideas difíciles no llegan a la muchedumbre; […] acabarán por triunfar aquellos a quienes las majaderías les salen como cosa natural y peculiar" (José Antonio Primo de Rivera).

14.11.12

#14N

"La Confederación Europea de Sindicatos (CES) ha convocado para el próximo 14 de noviembre una Jornada Europea de Acción y Solidaridad por el empleo y contra las políticas de austeridad. Los sindicatos y movimientos ciudadanos del Reino de España y Portugal han organizado la primera huelga ibérica de 24 horas. En Grecia no han podido esperar tanto, y el 5 y 6 de noviembre han paralizado al país heleno durante 48 horas contra un gobierno irresponsable que aprobaba el tercer plan de ajuste exigido por una Troika necia y cómplice. En Italia, la CGIL ha convocado una huelga general de cuatro horas. En Francia, Bélgica, Alemania, Austria, Polonia, Rumania habrá manifestaciones de solidaridad, organizadas por los sindicatos. En Finlandia, Dinamarca, Reino Unido, Austria, habrá también acciones de protesta. En la República Checa y Eslovenia, la ola de contestación política y resistencia social llegará el 17 de noviembre con sendas manifestaciones…" (SinPermiso). "Partidos conservadores y neoliberales están gobernando, tanto en España como en la mayoría de países de la Unión Europea, incluyendo los de la Eurozona, implementando políticas públicas que tienen como consecuencia: 1) la realización de reformas laborales que conllevan la disminución de los salarios y el aumento del desempleo; 2) el descenso de la población activa; 3) la reducción de la protección social; 4) el recorte del gasto público social; 5) la privatización de las transferencias y de los servicios públicos del Estado del Bienestar; 6) la reducción de los derechos laborales y sociales; 7) la disminución y privatización de las pensiones públicas; y 8) el debilitamiento de la negociación colectiva y de los sindicatos" (Vicenç Navarro). "¿Son razones suficientes para esta huelga general? Me parece que sí lo son. Y lo es también la forma en que el Gobierno gestiona la situación: de forma poco transparente, con un doble leguaje, a golpe de Real Decreto, menospreciando cualquier posibilidad de diálogo y negociación, contradiciendo su programa electoral; y mostrando una actitud prepotente ante los españoles y servicial ante Europa, y en concreto ante Alemania que está liderando este desaguisado" (Cándido Méndez). "Se trata de la primera huelga internacional del siglo XXI" (Nacho Álvarez). "La novena huelga general de la democracia ya está en marcha" (Ana Requena Aguilar). "Es la primera vez en nuestra historia democrática reciente que se convocan dos jornadas de paro nacional en un mismo año" (José Pablo Ferrándiz). "Los movimientos sociales, habitualmente desconectados de la lucha sindical, han sumado sus fuerzas para lograr paralizar el país en un momento en el que la simple denuncia de la regresión absoluta que están llevando a cabo los poderes económicos es casi revolucionaria" (Alberto Garzón). "La ciudadanía que decidió tomar las plazas en mayo de 2011 ha desarrollado en los 549 días que van del 15-M de 2011 al 14-N de 2012 un auténtico proceso revolucionario, en respuesta a  la crisis económica y política que afecta a todas las estructuras del país. La huelga general de mañana supone la confluencia de todas las luchas, en una unidad de acción que va mucho más allá de las meras reivindicaciones laborales" (Carlos Sánchez Almeida). "El carácter político de las huelgas generales creo que está fuera de toda duda. Y, con la legislación hoy vigente, deberían estar prohibidas" (Esperanza Aguirre). "La democracia no solo consiste en votar y callar. La huelga no es solo un derecho. En las circunstancias que vivimos, es casi una obligación" (Ignacio Escolar). "La huelga se juega en su capacidad de comunicar, de transmitir sensaciones y emociones poderosas que provoquen en la esfera pública, una publicidad emancipadora que sustituya a la actual y repetida, 'no hay otra alternativa" (Jorge Moruno). "Saber que la Huelga General, conquista y arma obrera, no es un juego como hoy parece y que, a falta de otra cosa y pese a quienes la convocan, hay que apoyarla… y ver que pasa" (Fernando Merodio). "Y el día después esperemos que nuestros gobernantes tengan altura de miras y se acuerden de cómo en el New Deal, cuando el Presidente Roosevelt estaba ajustando sus medidas económicas, recibía a sindicatos y organizaciones progresistas que le hacían las peticiones que creían justas. El Presidente las valoraba y al despedirse de ellos les decía algo parecido a: ‘¿Creen en ellas? Pues presiónenme desde la calle’. Lo hicieron y las movilizaciones sociales jugaron un papel crucial para conseguir avances sociales y para evitar recortes en derechos" (Mónica Melle).

"Todas las cosas están ya dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre" (André Gide).

12.11.12

La revolución desde arriba

Maldita la gracia que me hizo escuchar el otro día por boca del reelegido Obama el anuncio de que "lo mejor está por llegar". Aún hoy me cuesta aceptar como esperanzador mensaje lo que más bien parece un cínico engañabobos. Lo que está por llegar, según advierten con machacona insistencia las supranacionales instituciones que nos desgobiernan y nuestros raídos bolsillos, es lo peor. De momento, lo mejor tendrá que esperar, tanto en aquel lado del charco, en el que se arrojaban al vacío los banqueros tras el crack del 29, como en este, donde son los desahuciados quienes hoy dicen adiós a sus desgracias desde la ventana. Aquí, los gurús de la Cultura de la Transición nos hicieron creer que todos los españoles tenemos "derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada": porque así reza en el artículo 47 de nuestra sacrosanta Constitución y porque el versículo luce como estrambote que "los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho". En verdad, quienes promovieron la cultura de la casa en propiedad fueron los manirrotos bancos de cuando entonces, que con la crisis se han transformado en indecentes cobradores del frac que nos afanan las llaves y la cartera con cargo a los presupuestos generales de un Estado que hasta ayer miraba para otro lado. Pero hoy se barruntan cambios, porque los muertos empiezan a oler y, en vísperas de su segunda huelga general, hasta Rajoy es consciente, como Renan, de que "el sufrimiento en común une más que la felicidad en común". La digestión del miedo se le está haciendo pesada a un presidente al que no va quedando más remedio que seguir el consejo de su antepasado político Antonio Maura: "Hay que hacer la revolución desde arriba para evitar que la hagan desde abajo".

10.11.12

Voluble y puta

Escribió Goethe hace un par de siglos: "Dejad que lo parezca hasta que lo sea". Y los españoles, germanófilos a la merkeliana fuerza, le tenemos tomada la palabra al romántico literato: siempre vamos con retraso. Hace siete años legalizamos el matrimonio homosexual, gentileza de un Gobierno progresista, pero no ha sido hasta ahora, bajo mandato retrocesista, cuando el Tribunal Constitucional ha dicho que nones al recurso del PP y ha refrendado, más que el hecho, la pertinencia de su nomenclatura, que trae de cabeza a la Iglesia española y sus (cada vez más escasos) correligionarios. "Decir que 'matrimonio' viene de madre -y que no la hay en una pareja gay- para negar este derecho es tan estúpido como argumentar que 'patrimonio' viene de padre y que, por tanto, las mujeres no deberían poder abrir una cuenta corriente", argumenta Nacho Escolar desde la izquierda. "Será constitucional, pero no es matrimonio", sentencia en portada el panfleto oficioso de la (ultra)derecha, que todavía anda hecho un lío con las peras y las manzanas. Precisamente esto es lo que más me descoloca del asunto: las alegrías que se permite el rancionalcatolicismo ibérico en materia judicial. Tiene escrito Javier Villán que "la derecha española es voluble y un poco puta", pero parece demasiada volubilidad y demasiado puterío anunciar el fin de los vicios menores tras la tragedia del Madrid Arena al mismo tiempo que se abren los brazos desreguladores a los vicios mayores de Eurovegas. La gracia divina de insumisión al mandato constitucional la merece en exclusiva el ministro Fernández Díaz, de quien se entiende su coherente pataleta: resulta que un buen día recibió la visita de Dios en persona mientras paseaba por la ciudad del pecado, Las Vegas; le vinieron a tentar, de la mano, el vicio y la virtud; y así no hay quien se aclare.

8.11.12

El culo y las témporas

Ya, ya sé que sabes por la cultura popular que nada tiene que ver, aparentemente, el culo con las témporas, pero ten paciencia: te demostraré lo contrario en unas trescientas palabras. Recuerda que hace ya año y medio que la red de redes parió un impagable magazine de cultura contemporánea anglonominado Jot Down, y anota dos de sus particularidades: la "filosofía de lo lento" que impera en su concepción; y sus enfoques "desde parámetros clásicos huyendo del sensacionalismo y profundizando en los temas". No olvides lo más importante: no entrevistan a nadie que esté de promoción o que no les pueda dedicar como mínimo una hora; por eso hay quien lo ha llamado "antimedio". Ahora sitúate en la rabiosa actualidad y en la tediosa cantinela socio-político-mediática que ha sucedido a la tragedia madrileña de la noche de Halloween, en la que la parca ganó la partida a la fiesta arrebatándole un póker de (jovencísimas) damas: las mismas negligencias, denuncias y reivindicaciones de siempre; Santa Bárbara se deja querer cuando truena y su eco deriva en mucho ruido tertuliano para hoy y pocas nueces para mañana. En caliente, la mansa loba capitalina (Ana Botella) y sus amilanados lobeznos solo ladraron imprudencias, porque "el lenguaje político no está interesado en la verdad, sino en el poder y su mantenimiento" (Pinter). Ahora imagina cómo hubiera obrado la antipolítica, al estilo Jot Down: lentitud, ausencia de sensacionalismo, profundidad; tomarse el tiempo preciso para abordar los temas y hacerlo solo cuando los focos apunten hacía otro objetivo. Aunque resulte paradójico, en política dejar pasar el tiempo sería lo más conveniente para no hacerlo todo a destiempo. Pero tampoco será esta la ocasión en que eso suceda. Ya lo advirtió el llorado García Calvo en su coñón himno de la Comunidad de Madrid: "Mire el sujeto / las vueltas que da el mundo / para estarse quieto".

6.11.12

Ciudadano Sabina

Sir Winston Churchill, mandamás de la Pérfida Albión omnipresente durante medio siglo, popularizó una frase que, según las malas lenguas, birló al escritor Charles Dudley Warner: "La política hace extraños compañeros de cama". Que se lo digan a Sabina, que frecuentó toda suerte de lechos en sus años mozos y que, en lo tocante a la política, parece seguir idéntica estrategia: envolverse en sábanas hospitalarias sea cual sea su pelaje. Insigne abanderado de los "rojos de Visa oro" que enferman a la derechona mediática, el cantautor jiennense siempre pidió el voto para Izquierda Unida o el PSOE, según lo demandara la coyuntura o el compadreo gremial, pero en la apocalíptica campaña electoral catalana, el nuevo bardo con trazas de anacoreta que se parece "a Sabina, ese que canta", se arrima a la nadería que representa Ciutadans, una demagógica y aséptica propuesta que ocupa en la tierra de 'Els segadors' la misma parcelita que en el resto del Estado invaden Rosa Díez y su inocua UPyD. Lo hace cediendo para la ocasión los ripios que emborronó hace un lustro en Interviú como 'Anteproyectos de letra para el himno nacional' [español] y, de paso, clavándosela como quien no quiere la cosa a estos españolistas de nuevo cuño: una pandilla que lo mismo cobija a lumbreras pagadas de sí mismas como Javier Nart que a ejemplares de la hondura intelectual del 'Yoyas' y que, para luchar contra aquel que Ambrose Bierce definió, avant la lettre, como "alguien a quien los intereses de una parte le parecen más importantes que los del todo", aparca cualquier sentido del ridículo. Frente al Mas patriota, los Ciudadanos patrioteros cantan todos unidos: "Ciudadanos, / tan fieramente humanos, / tan paisanos del / hermano de Babel. / Alta montaña / con puerto de mar, / clave de sol España. / Atrévete a soñar".

4.11.12

La libertad ha muerto

Si, como dejó escrito Tzara en uno de sus manifiestos dadaístas, la "biografía es el séquito del hombre ilustre", Agustín García Calvo fue, sin duda, uno de los españoles más ilustres, pues la vida de este polígrafo, recientemente malograda, da para varios y suculentos tochos. Si, como reconocía Umbral en una de sus novelas iniciáticas, "la literatura es estarse siempre cortando lonchas de uno mismo y vendiéndolas lo mejor posible", la obra del filósofo zamorano, ay, fue una barra de magro fiambre malvendida. El profesor García Calvo manejó con destreza de tahúr todos los palos de la baraja literaria sin que ninguno le garantizara la popularidad necesaria para vivir del cuento. Este libertario con hechuras de jipi y espíritu de griego arcaico nació en el milenio equivocado pero no por ello dejó de acudir regularmente al foro a predicar su palabra. El personaje se impuso a la persona y por eso los obituarios no le hacen justicia; si acaso Ridao, que sobre la expulsión de su cátedra -junto a Tierno y Aranguren- tras la revuelta universitaria tardofranquista, recuerda: "En nombre de la libertad, Agustín García Calvo era tan contrario a la dictadura como a la democracia". La causalidad me cruzó involuntariamente en su camino: un amigo común le encargó una versión de Los persas de Esquilo para llevarla a escena; tras su primer adelanto, la fidelidad clásica de la traducción asustó al director, que desechó esa opción y me propuso elaborar a cuatro manos una nueva versión. Por una vez, la necedad política obró con tino y los futuros paganinis abortaron el proyecto casi antes de que echara a andar. Siempre les estaré agradecido: creo que no hubiera podido sobrevivir a la carga moral de haber enmendado la plana al maestro, que, huelga aclararlo, por su cuenta finalizó el encargo y lo publicó.

2.11.12

Nos miran mal

Manda la tradición que cada año, por estas fechas, España llore a sus muertos, pero esta temporada, para variar, España ha decidido llorarse a sí misma: por ahorrar esfuerzos. Es este el puente en que los zombis, o sea, los muertos resucitados, se van de marcha, y en esta ocasión se ha sumado a la (maldita) fiesta una nueva especie: el muerto en vida; ese que los gerifaltes del PP niegan pero que abarrota las calles, que son lo único que le va quedando. Para amenizar el velorio, The Wall Street Journal ha atizado una nueva hostia internacional en el pétreo rostro del Gobierno español, que suele encajar los golpes con victimismo repentino pero sin propósito de enmienda. La biblia capitalista se recrea en "el pesimismo" patrio y tilda de "desaborido y sumiso" al estilo político de Rajoy, cuya táctica ante el (más que probable) rescate dice ser "la de todo adolescente: si no estás seguro de obtener un 'sí', entonces es mejor no preguntar". El WSJ explica la "disfunción" española echando mano del "enchufismo" y del "privilegio clientelar", al que define como nuestro "propio propagandista"; y se escandaliza de "que todos los partidos estén poblados de mediocres a todos los niveles", citando a Bono, Wert y Pepiño Blanco como modelos. Subrayaba Raúl del Pozo hace algunas semanas, al hilo de la actualidad, que "están en contra de nosotros los sarracenos, los hugonotes y los mormones" y anotaba con amargada sorna que "los españoles vuelven a decrecer después de que su estatura media se hubiera aproximado a la de los europeos". Nos miran mal, pero estamos peor; tanto, que hoy hago mío este doloroso colofón que se marcó el otro día mi ilustre coetáneo Antonio Lucas: "A mí me avergonzaría hacerle malgastar a la gente su vida mientras me votan las mentiras".