28.6.13

Cerrado por vacaciones

"A la vuelta del verano, se aclararán todos los malentendidos. Que no éramos tan imbéciles como ellos se pensaban..."

PS: Este blog se toma vacaciones de sí mismo sine die.

26.6.13

Sin educancia

En los últimos días va quedando meridianamente claro que el pueblo soberano se ha tomado la definición de 'voto' que ofrece Perroantonio en su Diccionario para entender a los humanos al pie de la letra. Bien asimilada, esa "transferencia de la propia responsabilidad a otros a cambio de insultos" viene a representar la (verdadera) esencia de la democracia —quid pro quo, que diría un latino arcaico emperifollando el gráfico ojo por ojo del talión—; y es por ello que, cada vez que mea fuera del tiesto, a nuestro indigesto ministro de Educación, Cultura y Deporte le llueve una nutrida antología del tocho milenario que amenaza con echar abajo mis desvencijados anaqueles: El gran libro de los insultos, indispensable vocabulario arrojadizo recopilado por el profesor Pancracio Celdrán. Hasta donde alcanzan mis radares, he detectado que, en unos pocos días, al petulante Wert le han pitado los oídos en canchas deportivas, regios teatros y (j)aulas académicas: un pleno de invectivas y denuestos que abochornaría a cualquier españolito de a pie pero que al morlaco elegido por los mayorales genoveses para crecerse en el castigo le resbala. A estas alturas de la faena, el felón que viró de la Izquierda Democrática a la derecha mesocrática en busca de mamandurrias ha pasado de ser un paria a convertirse en un apestado dentro de su propio partido, donde ya no le quedan palmeros. El valido peor valorado de nuestra inmadura democracia se ha propuesto imponer una abusiva meritocracia educativa que amenaza con dejar sin estudios a medio país por falta de becas, olvidando que, según su elitista baremo, ni Aznar hubiera llegado a presidente ni él a ministro sin educancia. Resulta paradójico que un pilarista de currículo ejemplar haya involucionado para terminar como un administrador muy deficiente, pero lo más duro es que, si nada lo remedia, tendremos que soportarlo hasta la próxima reválida.

24.6.13

Antes y después

El segundo Conde de Rochester, que fue registrado civilmente como John Wilmot, fue un incorregible libertino británico del siglo diecisiete que la diñó a la edad de Cristo, dejando como legado una importante obra poética, regada de sátira y hedonismo, y media docena de churumbeles a cargo de su acaudalada parienta. Y fueron ambas circunstancias las que le posibilitaron pasar a la posteridad sintetizando la quintaesencia de su cinismo vital: "Antes de casarme —dicen que dijo poco antes de morir entregado a los excesos— tenía seis teorías sobre cómo educar a los niños. Ahora tengo seis hijos y ninguna teoría". Salvando las distancias, pues el acontecimiento más epicúreo que se le recuerda a Rajoy fue chuparse un habano mientras contemplaba in situ una ascensión ciclista a l'Alpe d'Huez, se trata del mismo mal que aqueja a nuestro apocado mandamás: antes de alcanzar la presidencia del Gobierno, el rey plasmado aseguró barajar infinitas soluciones para un solo problema, la crisis, pero año y medio más tarde vaga sumido en el (des)gobierno, asediado por infinidad de problemas para los que no encuentra siquiera una mísera solución. Moraleja: los apriorismos sirven de poco en la vida privada, y de nada en la pública. Visto lo visto, los partidos políticos (populares y populistas) deberían someterse al dictamen de las urnas sin programa electoral y, solo después de haberse encaramado al poder, formalizar sus propuestas. Así, la reiterada inoperancia gubernamental sería idéntica, pero al menos nos ahorraríamos la frustración que sucede a cada fraude programático. Votaríamos —quienes todavía se atrevan a hacerlo, claro—, igual que hasta ahora: en función de afinidades electivas, del sentimiento de pertenencia a un grupo o cegados por cuestiones tan accesorias como el sexo, la edad, la raza, el credo o el aspecto físico de los postulantes. Pero sería un proceso más limpio, que solo podría verse adulterado mediante cirugía estética. O sea.

22.6.13

Sodomicracia pepera

El prematuro deceso del actor que lo encarnó en la (pequeña) pantalla ha provocado que algunos serieadictos hayan recopilado de urgencia las sentencias más populares de Tony Soprano, aquel torrencial capo italoamericano que nos llevó de la mano por el lado salvaje de la vida durante seis largas temporadas. De entre los más respetables proverbios pronunciados por tan singular personaje, hoy emerge uno que escuece al ser rememorado: "Solo jodemos al que merece ser jodido". Y escuece particularmente porque, también en eso, la ficción supera a la realidad: incluso en lo tocante a la moralina, los turbios arquetipos televisivos se permiten dar lecciones a los pelafustanes que nos (des)gobiernan: porque, aquí y ahora, los politicastros no tienen miramientos ni siquiera cuando se confabulan para jodernos: en nuestra sodomicracia se toma por retambufa a todo hijo de vecino; de lo cual se colige que los verdaderos mafiosos no son, como creíamos erróneamente, los figurines que convirtieron a Los Soprano en la serie de las series, sino aquellos que se están cebando (en recalcitrante presente continuo) con nuestro ojo ciego. "Una mafia completamente instalada bajo apariencias democráticas", según los ha retratado el indignado verbo de Juan José Millás, que ayer se ciscó sin piedad en los (sobre)soldados populares desde lo alto de su columna paisana. Y motivos no le faltan, porque aún está fresca la divulgación del abracadabrante dineral extraordinario que Alí Babárcenas y los cuarenta ladrones genoveses se han agenciado con cargo a los presupuestos generales del Estado: veintidós euromillonazos sisados en otros tantos años, repartidos a discreción entre los capitostes peperos de antaño y de hogaño. Así se entiende mejor por qué el PP gasta casi doscientos mil euros anuales en sobres pero, principalmente, se comprende por qué sus señorías reiteran que no están en política por el dinero: muy al contrario, están en el dinero por la política.

20.6.13

Leña al mono

Hace tres semanas fue la Comisión Europea la que nos leyó la cartilla y ahora le ha tocado el turno al Fondo Monetario Internacional, mas poco importa el remitente cuando las advertencias enviadas a nuestra nunca bien ponderada península histérica son idénticas: 'Sí, pero no', han venido a decir los insaciables vampiros supranacionales en un escueto mensaje donde el 'sí' equivale a una palmadita en la espalda —efecto lubricante— y el 'no', a todo lo demás —"te la meto doblá", que cantaría el chirigotero 'Selu' de Cai—. Resumiendo la cháchara tecnócrata, por ahorrar esfuerzos al (improbable) lector: dos de las tres patas de la maldita troika de los dineros se han aliado para azuzar a los cachorros de Rajoy para que continúen apretando pero sin ahogar a sus presas o, en el peor de los supuestos, para que ahoguen sin que se note demasiado. O sea, leña al mono democrático, que para eso están las mayorías absolutas. Aunque, por más que el eco gubernamental repita hasta la saciedad que ya se vislumbran en el horizonte los brotes verdes, lo cierto es que, desde que la cándida Elena Salgado los barruntara años ha, los únicos brotes verdes que han visto estos ojitos son los de mi mala hierba jardinera. Lo refería con una ilustrativa anécdota David Gistau en su dietario: a las puertas del Congreso, ayer se le escapó a un policía: "Ay, si los detectores fueran de mentiras…". En fin, que ante quienes nos chulean desde las alturas no caben medias tintas: o seguimos jugando al engañabobos con inútiles pactos al estilo de los de Cánovas y Sagasta o desentrañamos toda la mala leche acumulada secundando a Sánchez-Gordillo ("Que la Europa de los mercaderes se vaya al coño de su puta madre"). De momento, Rajoy y Rubalcaba han optado por jugar a la Restauración.

18.6.13

Santo y seña

Aún tengo fresco en la memoria el recuerdo de Crematorio, una insoslayable miniserie televisiva nacida para prestigiar las creaciones domésticas, basada, a su vez, en una punzante novela de Rafael Chirbes que acaba de ser aupada a los altares de la narrativa hispana por una solvente encuesta periodística. Tanto en la una como en la otra se da cuenta, alternando la lija y la seda, del auge y caída del imperio español de la corrupción, el indecoroso tinglado que en unos pocos años llegó a convertirse en santo y seña de un mundanal que, como consecuencia de ello, produce hoy entre los pusilánimes una indescriptible mezcolanza de vergüenza y asco. Crematorio clava su inmisericorde puya en el corazón de la corrupción urbanística, una bastarda subespecie que encontró su feraz caldo de cultivo a orillas del Mare Nostrum; y un reportaje publicado ahora por El País certifica que el ochenta y ocho por ciento de tanta podredumbre tiene concomitancias con el suelo. Haciendo acopio de los últimos datos sobre la materia, el periódico global en español calcula que, en trece años, se han descubierto alrededor de ochocientas corruptelas en nuestro país, que no todas ellas están judicializadas y que se han practicado unas dos mil detenciones. Las cifras simplemente actualizan el recuento nuestro de cada día, aunque los pringados de turno preferirían que con semejante material se hiciese, de una vez por todas, borrón y cuenta nueva. Precisamente a quienes depositan sus (fundadas) esperanzas absolutorias en indeseables subterfugios, van dedicadas advertencias como la del director de infoLibre, Jesús Maraña: "Si desde la política alguien cree que se puede tapar la Gürtel con los ERE (o viceversa) o los sobresueldos del PP con el caso Campeón, es que vive en otro planeta. El ventilador no funciona. Se atascó con tanta porquería. No todos son iguales, aunque muchos hagan enormes esfuerzos por parecerse".

16.6.13

Causa general

Por mucho que el tontolaba de Floriano siga dando la barrila con la infumable cantinela de que hay abierta una "causa general" contra el PP —cacareando el argumentario suministrado por el jefe de prensa oficioso de su partido, Paco Marhuenda—, lo cierto y verdad es que el asunto de Bárcenas y sus asuntillos —valga la redundancia— se está descubriendo como un "pozo sin fondo", según ha titulado el ABC haciendo gala de una inusual coña marinera: compraventa dorada, marchantismo ilustrado, billetes viajeros, declaraciones a devolver, millones a cascoporro, rutinas deluxe… De todo hubo en la viña del señor que manejaba el cotarro de los dineros. Al sibarita Bárcenas se lo imagina uno, tanto en las duras como en las maduras, recitando a Churchill frente al espejo: "No podría vivir sin el champán. En la victoria me lo merezco; en la derrota, lo necesito". Además, tengo para mí que el bon vivant genovés aún anda luciendo pescuezo por las cumbres capitalinas porque es de esos que piensa que "el dinero es el boletín de notas de la vida", como reza una antológica viñeta recopilada en El dinero en The New Yorker. Pero, aunque el antiguo contable de la famiglia pepera merezca matrícula de honor por su destreza matemática, su expediente vital retrata al mayor suspenso de nuestra joven democracia: un pitagorín que, más pronto que tarde, lo único que podrá contar serán los días que le queden para volver a ser libre. Por eso, al mamarracho Floriano le convendría saber que la única causa general habida en la patria que se apellidó una, grande y libre, fue la instruida por sus abuelos políticos sobre lo que ellos mismos denominaron "la dominación roja"; mas no creo que el papagayo mangurrino que nos cuesta muchísimo más de lo que vale conozca el alcance de las consecuencias de aquel proceso.

14.6.13

Vicios y virtudes

El azote del kirchnerismo, Jorge Lanata, despidió el pasado domingo su popular Periodismo Para Todos de la tele argentina con uno de sus implacables discursos: "La corrupción es como el aire acondicionado. Vos lo escuchás cuando lo ponen. Pero después te acostumbrás al ruido y lo dejás de escuchar. Con el afano es igual, primero te asombra y después te va asombrando cada vez menos y menos y menos y ya todo te parece normal". Quien así se expresa es uno de los escasos periodistas de raza que aún sobreviven al otro lado del corrompido charco, y su exordio adelanta un nuevo sopapo en la jeta de los chorros oficialistas de una nación que los amamanta por centenares. Leo Messi es paisano de Lanata aunque, por los últimos chismes escuchados en el mentidero, está más en la onda de las cuadrillas de manilargos a las que el orondo comunicador pone la cara colorada semana tras semana. Lo ventajoso para el pelotero culé es que echó los dientes en el argentado paraíso de la sisa pero pegó el estirón en la ibérica cuna de la picaresca, un hecho al que, a la vista de los resultados, le ha sacado un sustancioso provecho. Las lenguas de vecindona escupen que el futbolista del Barça le ha birlado a la hacienda española un puñado de millones, y ese parece mérito suficiente para erigirse, por derecho propio, en uno de esos "hipócritas" —denunciados en la prensa por Luis García Montero— que "afirman en público la virtud para esconder en privado sus vicios"; uno de los villanos que los futboleros convierten en héroes con la misma facilidad que la justicia troca en villanos a héroes como el perseguido soplón Hervé Falciani, un desertor del HSBC que maneja un arsenal documental capaz de aniquilar buena parte del fraude fiscal planetario; un polvorín que, por desgracia, no explotará nunca.

12.6.13

Vade retro Soraya

Anda el patio un tanto revuelto por mor de un concejal gallego que ha etiquetado como "chochito de oro" a la señora Sáenz de Santamaría [en adelante SS], y no termina uno de comprender las furibundas reacciones que ha suscitado su fabulador exabrupto. Resumiendo: un edil nacionalista se recrea en el retórico arte de la sinécdoque desde su blog particular, una bitácora entre coñona y chabacana de limitado alcance; merced al mencionado tropo alude a los 40.000 euros que el ministerio de SS tiene presupuestados para "recoñecementos xinecolóxicos"; el improperio escapa al ámbito local, y el populacho español, con el (radical)feminismo al frente, se la coge (una vez más) con papel de fumar y pide la dimisión del (presunto) bocazas; el ministerio de SS aclara el destino de la partida denunciada, para desfacer el entuerto; por último, el rapsoda accede a la petición popular, previa redacción de un sensato pliego de descargo en el que anota: "É curioso que eu teña que dimitir por un erro deste calibre, mentres outros imputados unha, duas ou tres veces seguen no cargo". Sin ir más lejos, el partido (supuestamente) agraviado por la retranca del tal Charlín aún acoge entre sus filas a indeseables como el ínclito León de la Riva, autor de toda una enciclopedia de la grosería que, por desgracia, le ha permitido apoltronarse en la alcaldía vallisoletana durante casi dos décadas. Pero lo sustancial del caso es que la vicepresidenta plenipotenciaria del Gobierno está empezando a caer (demasiado) gorda entre quienes no soportan su insultante omnipresencia, y ya está sufriendo los primeros revolcones. Iñaki Gabilondo la rebautizó el otro día como "Soraya da Vinci" por su irrefrenable acumulación de cargos, y nos parece harto atinado el remoquete, pues nos están intentando colar como polímata gubernamental a quien que no pasa de saber muy poco de todo y nada de mucho, que diría Perroantonio. Así que, 'Vade retro Soraya'.

10.6.13

Adiós al cineasta total

Repasando los heterodoxos obituarios repentizados en la prensa en torno a la figura de Elías Querejeta por aquello de esquivar abominables redundancias, me topo con una infinita retahíla de epítetos que, sin pretenderlo, conforman el insuperable retrato de una personalidad inabarcable: combativo, cabezota, insobornable, renovador, controlador, temerario, lúcido, pudoroso, contestatario, hermético, profundo, carismático, serio, escéptico, visionario, sabio, apasionado, independiente… El caso es que el Productor (con mayúsculas) ha elegido para jubilarse (de su profesión y de la vida) el principio del fin del cine español; la absoluta decadencia de nuestro más gozoso alimento espiritual, cuyo porvenir se presenta gravemente amenazado por las nuevas tecnologías, las carencias creativas y las políticas obtusas. El hombre al que Alberto Bermejo ha definido como "cineasta total" por ser mucho más que un mero productor, guionista y director, fue el máximo responsable de medio centenar de imprescindibles películas que, "vistas en su conjunto, configuran una obra coherente, de marcados rasgos comunes, formales pero sobre todo temáticos". Una obra, en suma, presidida por aquello que se echa de menos en la mayoría de quienes se dicen creadores: criterio. "Querejeta permanece asociado a la calidad artística pero también a la altura ética, a la exquisitez intelectual y al compromiso con su tiempo", escribió hace algún tiempo Luis Alegre; a lo que añadió, sin solución de continuidad: "Ha exhibido su toque en el franquismo, en la transición, en la democracia, en el siglo XXI. La cosa tiene su mérito"; tanto que, de haber podido disfrutar de una prórroga vital, a buen seguro habría pergeñado una alegoría de la liquidación del estado del bienestar. Hace unos días un director austriaco (Michael Haneke) le birló injustamente el premio Príncipe de Asturias, aunque no parece que a un "rojo de corazón" venido al mundo en el Hernani republicano —la pequeña Rusia vasca— le hubiera hecho demasiada gracia pasar a engrosar la nómina de la alta nobleza artística.

8.6.13

Empresa Mundial S.A.

A esta hora en que yo me entretengo arrejuntando palabras, en las cercanías de Londres se encuentran reunidos, a gastos pagos, los (putos) amos de mundo: centenar y medio de medradores gerifaltes financieros, dóciles mandamases políticos, avaros mercaderes globalizados, paniaguados comunicadores, domesticados académicos y aristócratas palmeros que, juntos pero no revueltos, conforman el todopoderoso Club Bilderberg, una de esas "siniestras camarillas" que, según Fidel Castro, manejan la humanidad a su antojo. Oficialmente, la conferencia anual que este año se reúne por sexagésimo primera vez es "un foro para discusiones informales off-the-record sobre megatendencias y los principales problemas que enfrenta el mundo", pero aseguran quienes han (mal)gastado su vida investigando tan florida secta —con el conspiranoico pope exsoviético Daniel Estulin a la cabeza— que entre sus miembros se esconden el verdadero rey de reyes y el auténtico jefe de los jefes de Estado; y que su objetivo final es la creación de "un gobierno mundial único, con su propio ejército, moneda y religión" o, dicho en román paladino, "una red global de cárteles gigantes" que vendría a funcionar como Empresa Mundial S.A. Y a lo peor todo eso es cierto; y también lo es que los oligarcas bilderbergianos pertenecen a la masonería y a los Illuminati (con tomati) —según rezan los manuales de la cosa—, pero a mí me gusta imaginármelos echando unas risas entre cañas y tapas mientras alternan partidas de Monopoly y Risk, que son las dos únicas maneras de controlar el mundo que yo conozco. Porque, de ser ciertas las sospechas de que esa plutocracia atlantista pretende imponer un Nuevo Orden Mundial desde la sombra, ¿alguien entendería para qué demonios invitaron en los últimos años a peleles como Almunia, Cospedal, Sorayita o la reina Sofía? ¿Alguien podría explicar qué pinta allí De Guindos este año, aparte de repartir currículos para cuando Rajoy le dé la patada?

6.6.13

El cortijo andaluz

"En la luna negra / de los bandoleros, / cantan las espuelas". Así arranca una popular canción del Lorca más arrebatadoramente provinciano, escrita en otros tiempos —los años 20 del siglo XX— que evocaban tiempos aún más remotos —mediados del XIX—, pero sus versos le vienen al pelo a las posmodernas desventuras de las invertidas reencarnaciones de Juan Palomo y 'El Tempranillo', uséase, el conseguidor Juan Lanzas y el dispensador Javier Guerrero: los bandoleros que muñeron la asechanza sureña que Agustín Rivera ha regalado a la posteridad en su pintiparado El cortijo andaluz. "Andalucía es, desde hace tres decenios, un Régimen. Populista". Lo tiene escrito Gabriel Albiac y lo sabe todo hijo de vecino. "Un régimen que, de hecho, ha funcionado con la contundencia de apisonadora propia a los sistemas de partido único". Por consiguiente, el caso de los ERE fraudulentos consentidos por la Junta —con sus intrusas prejubilaciones, sus mordidas empresariales y sus intermediarias sobrecomisiones— es lo mínimo que cabía esperar de tan arraigada política cortijera. Advirtió la difunta Margaret Thatcher que "el socialismo fracasa cuando se le acaba el dinero de los demás" y, atendiendo a razones, no hay quien ose discutir su férrea sentencia. El jaranero mandamás del currelo andaluz derrochó un dineral público en lumis, cubatas y farlopa, hasta caer intoxicado, y los progenitores de su factótum sindicalista han reconocido a la benemérita que en su casa había "dinero para asar una vaca" —que no llegan a ser los miles de millones referidos por el hiperbólico Rajoy, pero casi—. Total, que entre unos y otros se han dejado pochar la rosa de la socialdemocracia meridional, y el runrún de la sospecha alcanza ya a los omnipotentes Griñán y Zarrías. Mientras esperamos que la justicia ordinaria los ponga en su lugar, nos consolamos con la lorquiana justicia poética: "En la luna negra, / sangraba el costado / de Sierra Morena".

4.6.13

Teleindignados

Uno de los más avezados todólogos del afterpop patrio, Raúl Minchinela, sostiene que "la televisión retrata el XXI como el siglo de las pocas luces"; y lo cierto es que basta con abandonarse durante unos minutos al noble arte del zapeo para corroborar que razón no le falta. La (plausible) tele que nos parió ha dejado paso a un oligárquico entramado audiovisual demasiado condescendiente con la rajoyana mayoría silenciosa y… así nos va. Pero no todo está perdido: como acentuaba hace poco David Trueba, "con bastante poco esfuerzo, La Sexta se ha adueñado de un territorio de crítica que las demás cadenas le han entregado sin disputa". El renacentista crítico televisivo se refería, claro, al recalcitrante espíritu de mosca cojonera que se ha adueñado de quienes manejan a su antojo el emporio que Zapatero regaló a Roures y este malvendió a Lara; y la verdad es que se nos antoja incontrovertible defender que los infoshows sextarios conforman ahora mismo, casi en exclusiva, el digno amplificador de la ninguneada voz del pueblo. El Gran Wyoming, mordaz busto parlante de uno de esos críticos artefactos (El Intermedio), lo denunciaba piropeando a Jordi Évole en el quinto cumpleaños de su bienaventurada criatura: "Es una vergüenza que Salvados sea competencia de los grandes medios de comunicación; en realidad, es una vergüenza para el país"; y lo es porque el antiguo 'Follonero' ha finiquitado su undécima temporada erigiéndose en el referente de lo que Libération ha llamado "teleindignados": el Michael Moore del Llobregat se ha transformado en "un Tintín que nunca recula". Lo reconfortante es que su hueco lo ocupa, desde ya, El Objetivo de Ana Pastor, esa españolización del manido fact checking anglosajón que pretende afear las mentiras públicas con datos: una quimera que fracasó en su debut, olvidando que no todo es verdadero o falso; que también existe lo verdadero, pero…

2.6.13

Ceremonia y costumbre

En estos últimos meses se viene elevando a conocimiento público, adornado con todo lujo de detalles, aquello que los malpensados llevábamos años barruntando: el mangoneo generalizado se instaló en el Partido Popular como ceremonia y costumbre —que diría Yeats— desde el mismísimo momento de su fundación. Defendía Max Weber que solo podemos saber lo que somos si determinamos cómo hemos llegado a ser lo que somos, y así, entre una ley de transparencia que no termina de fraguar y una ley mordaza que nunca debería fraguar, el PP está dejando entrever sus vergüenzas pasadas y presentes, lo cual que vamos empezando a saber lo que es precisamente porque se está determinando cómo ha llegado a serlo. Así lo reconocen incluso sus adversarios, como Irene Lozano: "El máximo ejercicio de transparencia que ha hecho el PP —si bien a trompicones— ha sido el de publicar su contabilidad B en los periódicos"; aunque sea por la vía indirecta, cabría añadir. El caso es que gracias a los diarios (in)dependientes vamos descubriendo que a la tesorería pepera se jugaba al revés que al parchís: Bárcenas se comía veinte, contaba una y las otras diecinueve las repartía. Aunque, mayormente, lo que está quedando al descubierto es que los gerifaltes genoveses diseñaron dos universos paralelos que ahora pretenden finiquitar con discursos para lelos. La Cospedal espera que lo del extesorero "se ventile con total normalidad", pero sucede que las (sobre)soldadas a discreción solo son la punta de un iceberg que esconde, además, regalías gürtelianas a todo quisque, mamoneos entre los mandamases mediterráneos y nuestros regentes, estafas bankiarias, dádivas empresariales… O sea, que no va a resultar sencillo ventilar toda la mierda que corrompe una cofradía cuyos potentados se dividen entre quienes un buen día se vendieron al mejor postor y quienes, por no ser menos, se dejaron comprar.

31.5.13

Ni putas ni santas

La maté porque era mía es una mediocre (y peligrosamente frívola) canción de Platero y Tú; y también una ligera (amén de disfrutable) comedia francesa filmada en los noventa por Patrice Leconte; aunque, por encima de todo, "la maté porque era mía" fue, desde antiguo, el grito liberador que escupía el macho ibérico tras pimplarse el penúltimo sol y sombra en la tasca de la esquina, con las manos ensangrentadas por culpa de lo que por entonces se denominaba, derrochando romanticismo, crimen pasional. Pero en esas llegó la modernidad, y con ella la progresía, que se propuso atajar una tragedia tan vieja como la humanidad con políticas de igualdad, o sea, con unos cuartos robados a los presupuestos generales del Estado y mucho autobombo y neolengua —de ahí la maldita violencia de género—. Hasta se llegó a montar un (fugaz) ministerio de la cosa que de poco sirvió, pues en los últimos días las mujeres están cayendo como chinches a manos de unos depredadores a los que aún llamamos hombres y, en lo que va de año, la luctuosa media de bajas femeninas supera el asesinato por semana. Y, aunque a un energúmeno tan corto de entendederas como González Pons le cueste creerlo, la solución no pasa por desbarres tan profundamente machistas como el que ha dirigido a las víctimas: "La confianza que tengan con nosotros, en la sociedad, tiene que ser más grande que el miedo que le tienen al hijo puta [porque la puta para los de su casta siempre es hembra, claro] que las mata". La solución habría que buscarla, más bien, derogando las leyes represoras y desterrando los rancios valores impuestos por nuestros nuevos inquisidores y repartiendo las responsabilidades a la hora de juzgar tan delicada cuestión: porque de señoras respetables están los cementerios llenos, pero santas y mártires cada vez quedan menos.

29.5.13

Un rey sin Fortuna

Sigo con atención la relectura de Kapuscinski que viene publicando en las últimas semanas José Andrés Rojo y, con especial delectación, su comentario de texto sobre El Emperador, la obra en la que el agudo reportero polaco desentrañó los mecanismos del poder manejados por el divino Haile Selassie y su séquito. En el umbral de su reseña, Rojo recopila los apelativos con los que sus cortesanos se dirigían al último emperador de Etiopía: "Nuestra Sacra y Real Majestad, Rey de Reyes, Inigualable Señor, Venerable Soberano, Ilustrísimo y más Extraordinario Señor, Magnánima Majestad, Supremo Bienhechor, Bondadoso Señor, Precavida Majestad". Repaso esos altisonantes conceptos una y otra vez, los comparo con el estilo reverencial de algunas columnas de la prensa (contemporánea) del Movimiento, y maldigo para mis adentros que cuarenta años —con sus correspondientes estragos— y nueve mil kilómetros —con sus inevitables desigualdades socioculturales— no hayan servido para erradicar, del aquí y del ahora, la pleitesía monárquica de unos súbditos emperrados en malgastar sus días como anacrónicos vasallos de un señor feudal en franca retirada. Porque sobre la figura del rey de España podría aplicarse la ilustrativa observación de uno de los confidentes de Kapuscinski acerca de su emperador: "Parece que entre tantos como convivían en palacio solo él había comprendido que ya no era capaz de hacer frente al vendaval que se había levantado". Mientras el populacho echa el rato en los mentideros dando vueltas a una (improbable) abdicación y a una (hipotética) Tercera República, su majestad (de ustedes) comienza a comportarse como un resignado prejubilado, renunciado a su Fortuna como primer paso hacia el abismo. Aunque algunos se resistan a verlo, el más fantasma de los disfuncionales Borbones vaga ya como el terminal Selassie: "Apartado, ensimismado, altivo y distante, permite que los acontecimientos sigan su curso, como si ya estuviera moviéndose en otra dimensión del tiempo y del espacio". O sea.

27.5.13

Memorias worst seller

Los plumíferos más esquinados defienden que el flamante aznarazo no anunciaba el regreso del expresidente a la batalla política sino que franqueaba la vuelta de sus (des)memorias a las mesas de novedades ahora que la primavera levanta la veda sobre las ferias y fiestas literarias, pues a nadie se le escapa la feliz causalidad de que el sello de sus confesiones y el altavoz de sus amagos sean hermanos de leche mediática, o sea, hijos de papá Planeta. Tesis que cobra carta de naturaleza atendiendo a las cifras de venta del artilugio, convertido en ruinoso worst seller para una editorial reincidente en el desatino merced a las ensoñaciones de José Bono: entre las medias verdades del uno y las mentiras completas del otro no han despachado ni siquiera cien mil ejemplares, aunque el adelanto conjunto para sendos escribanos rondó los dos euromillones. Pero en casa Lara no pierden la esperanza de amortizar su desaforado mecenazgo político y, mientras ultiman los detalles del novelero recordatorio de Zapatero, ya mercadean con el tercer tomo autobiográfico de Alfonso Guerra, donde se desvela por qué no llegó a cumplirse —o sí, según se mire— el adagio socialista que rezaba: "Después de Felipe, Guerra, / y después de Guerra, nadie". Porque, por mucho que posturee ahora nuestro parlamentario más veterano ("Yo no le negaré jamás la amistad a Felipe"), lo cierto es que su entente cordiale terminó como el rosario de la aurora, según cantó el romancero Campany cuando entonces: "Por las filas felipistas / circula ya la sentencia. / Voces de muerte sonaron / del Guadalquivir al Deva. / Todas las voces decían: / 'Camaradas, guerra al Guerra. / Quedemos nosotros limpios / y sobre él caiga la mierda". Lo que pasa es que el memorialismo posmoderno es hijo bastardo de la ciencia ficción; y así no hay quien se aclare.

25.5.13

Ni espadófilo ni espadófobo

Denuncia un excesivamente afectado Mr. Sword que "las webs noticiosas son el modo beta del periodismo: meros borradores informativos, donde se exhibe, de modo algo chapucero, el proceso de producción, y de descarte, de las noticias del día"; y uno no acierta a comprender si, con esta andanada (todavía humeante) contra sus colegas, el ínclito corrector de conductas desviadas pretende cribar definitivamente los (menguantes) espadófilos de los (crecientes) espadófobos o, simplemente, reiterar que de un tiempo a esta parte anda —como Rosendo— loco por incordiar. Porque resulta difícil de tragar que nuestro más egregio (quinta)columnista ignore que tanto su actual mecenas (El Mundo) como su anterior paganini (El País) gastan esas mismas tretas para (mal)vender periódicos, pese a contar con mastodónticas redacciones y espurios compadrajes con el poder. Dicho lo cual, bienvenidos sean los pequeños y valientes y perfectibles medios digitales al rompecabezas colectivo de la (des)información, porque solo encajando las piezas que nos suministran entre los unos y los otros va siendo medianamente posible armar el puzle de la realidad; el mismo que los gerifaltes del parné se afanan en desbaratar a diario para atormentarnos con una rayada melodía: Begin the beguine. Dicen que dijo Giner de los Ríos que "todo lo sabemos entre todos" y aquí confieso que, si me dan a elegir entre la certidumbre del libérrimo pedagogo y el desvarío del ultimísimo Arcadi Espada, me quedó con la atinada sentencia del maestro republicano. Tanto aportan al relato del abecé de la contabilidad en a en b y en c las andanzas capitalinas de Raúl del Pozo y su Tercer Hombre en El Mundo como las sintéticas recapitulaciones al respective de Nacho Escolar en eldiario.es; así que me resisto a lanzar un solo anzuelo en esta caudalosa política de gacetilla que, como ha observado Enric González, baja muy revuelta: soy pescador y no renunciaré a mi ganancia.

23.5.13

Un (mal) expresidente

Aznar se plantó en la tele cargando "un dolor español de profundidades casi noventayochistas" (Gistau) y se postuló, entre la compunción y la prepotencia, como protomártir de una hipotética renovación de España: "Cumpliré con mi responsabilidad, con mi conciencia, con mi partido y con mi país", dijo el atribulado ex, pero, sin que sirva de precedente, esta vez preferiríamos que actuara de manera irresponsable. Por nuestra salud. El divino creador del paraíso del pelotazo realizó una faena de aliño en su comparecencia televisada, lidiando mediante chuscos capotazos tres mansos ejemplares de fraternal encaste (Lomana, Prego y Marhuenda): recreándose en los lances accesorios pero resucitando las espantás de Curro Romero cuando tocaba entrar a matar. A la postre, no tocó pelo, mas vio cumplido un sueño preterido desde que los flashes se divorciaran de su triste figura: que su nombre volviera a figurar con letra de molde en los carteles y, de paso, que su (posible/improbable) regreso al ruedo ibérico se convirtiera durante unas horas en la comidilla de un país ayuno de bureos. Sostuvo Norman Mailer que 'ego' fue el gran sustantivo del siglo XX, pero Aznar se dejó el alma aggiornando la sentencia: sus respuestas se limitaron a un estomagante yo, mí, me, conmigo que aporta entre poco y nada al debate nacional. Lo que sí hizo el prejubilado mandamás fue lo que Rubalcaba no ha sabido, no ha querido o no ha podido hacerle en año y medio a Rajoy: daño. Al inefable tío del bigote no le gusta un pelo cómo está dejando su digitalizado delfín lo que antaño fue su cortijo; lo cual que, entre desleal y circunspecto, se lo hizo saber. Cómo sería la cosa, que hasta uno de los pujantes cachorros peperos, Borja Sémper, ladró en Twitter: "Zapatero se consolida como el mejor ex-presidente de gobierno". Que ya es ladrar.

21.5.13

La (amarga) dolce vita

Refiere la primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española que el 'sainete' es una "pieza dramática jocosa en un acto, de carácter popular, que se representaba como intermedio de una función o al final". Verbigracia: lo de Blesa. Porque el grotesco metisaca carcelario perpetrado por nuestra justicia para con el expresidente de Caja Madrid habría dado mucho de sí en manos de Arniches o los Álvarez Quintero, aunque relatado por los apesebrados cronistas del presente, maldita la gracia. El numerito con pernoctación en el trullo no ha supuesto más que un paréntesis disuasorio estratégicamente escenificado en medio de lo que podríamos intitular, con permiso de Daniel Monzón y su olvidable largometraje homónimo, El robo más grande jamás contado: la película —inconclusa, para nuestra desventura— en la que unos insufribles banksters de andar por casa hicieron saltar la banca española asaltando a los ciudadanos, con la entusiasta connivencia de una kilométrica recua de paniaguados secundarios de la política y el sindicalismo; los mismos que ahora, perpetuando esa lógica perversa que impera en las cadenas de favores estratosféricas, se las componen como buenamente pueden para evitar ser ajusticiados. El caso es que Miguel Blesa fue durante algún tiempo el insoslayable farallón del rocoso gremio que implantó en España la dolce vita. Sus amistades peligrosas lo arrastraron al magnético microcosmos del money, money —fue compañero de pupitre de Aznar—, pero esas mismas malas compañías han terminado vedando su plácido retiro. Sus préstamos a espuertas y su querencia por la mamandurria están siendo escudriñados y ya le han costado un disgusto más dos millones y medio de fianza. Con todo, se nos antoja poco castigo para uno de los estrellones del desfalco nacional, cuyas tropelías nos salen, de momento, a cuarenta mil millones del ala. Sirva, al menos, como apercibimiento para sus pringados colegas, que son ciento y la madre.

19.5.13

Otro ladrillo en el muro

Al ministro Wert dan ganas de reventarle sus desamparados oídos (sordos) a base de decibelios pinkfloydianos ("We don't need no education / We don't need no thought control / No dark sarcasm in the classroom / Teachers leave them kids alone"), porque él solito se basta y se sobra para pasar de ser otro ladrillo en el muro a convertirse en el muro todo; un muro contra el que se dan de bruces, una y otra vez, los cabales argumentos de quienes se oponen a su beatífica Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, que vienen a ser (casi) todos los implicados en el paripé educacional: profesores, padres y alumnos. Lo advirtió el gran Pedro Simón ("La escuela no es inocente en la debacle adulta: los críos llegan con unas maravillosas prestaciones de serie a la puerta del colegio, pero hay toda una termomix —educar es reprimir— pensada para mixturarlos") y lo ha refrendado Emilio Lledó ("El ser humano es lo que la educación hace de él"). Sabedores de ello, los endocrinos gubernamentales han embocado en el aparato parlamentario una reforma legislativa que no hay quien se la trague pero que, si nada lo remedia, verá la luz transformada en excremento —hecha una mierda, vamos— tras una pesada digestión que culminará dentro de tantos meses como sean necesarios para que olvidemos su acidez primigenia. Entre ideólogos FAEScistas y rancios obispos han cocinado un vomitivo puchero que adoctrinará como borregos nacionalcatólicos a unas criaturas que no se sienten descendientes de su adorado Cordero de Dios. La mayoría absoluta pepera continúa, pues, arrollando, como aquella otra que denunciaba Gil de Biedma en Años triunfales: "Media España ocupaba España entera / con la vulgaridad, con el desprecio / total de que es capaz, frente al vencido, / un intratable pueblo de cabreros".

17.5.13

Perro come lobo

Ahora que la prensa (pretendidamente) seria ha devenido en cachondeo, no es de extrañar que un artefacto tan cachondo como la "revista satírica sin mensaje alguno" Mongolia sea quien aporte seriedad al patio mediático. Su desarmante hibridación de irreverencia e información ha pegado el revolcón definitivo a un gremio que amenazaba con irse a la tumba sin que nadie osara meterle mano. Pero apareció a tiempo una gamberra pandilla cuyas afrentas a la corrección política han tenido eco en medio mundo: The New York Times, Corriere della Sera y Financial Times han amplificado sus indiscriminados ataques a todo lo que se menea; y hasta los prohombres de la cosa periodística, como Miguel Ángel Aguilar, han subrayado que su "principal aportación es la de reducir la distancia entre lo que se sabe y lo que se publica". Tal es el poderoso influjo de una revolución mongola que, con tan solo un año de vida, ya ha dado a la imprenta dos imprescindibles biblias: la primera, una heterodoxa enciclopedia del disparate cuyo título (El Libro Rojo de Mongolia) repele la indiferencia; la segunda, que llega ahora a las librerías, incluye un mensaje infinitamente más grave: recoge (y amplía) lo publicado en la sección 'Reality News', esa que advierte "A partir de aquí, si se ríe, es cosa suya", y supone una antológica huella del crimen (o del suicidio) del periodismo español, arrancando con la conspiranoia de El Mundo y el 11-M y abundando en los golpes de Cebrián a El País y de Roures a Público, para que ninguna fechoría de los señores de la prensa se diluya en Papel mojado. Una excelente noticia a la que solo cabe hacer una objeción: este nuevo periodismo denunciante residió en las casas ahora delatadas, donde seguiría acomodado si no hubiera sido desahuciado; o sea, aunque nos alegra que perro coma perro, exigimos lo mismo que la parroquia del jactancioso cortijero tío Pinto: "Menos lobos".

15.5.13

El principio del fin del 'acostumbramiento'

La rebelión de las masas (auto)etiquetada como 15-M comenzó a tomar forma cuando los avaros apóstoles del capitalismo arrancaron a predicar la desaparición del estado del bienestar y los inquisidores civiles hicieron suyo el retrógrado evangelio austericida, aunando esfuerzos para aniquilar los derechos adquiridos por la ciudadanía durante décadas, o sea, cuando la indignación posmoderna resucitó el frustrado lamento de nuestro particular príncipe destronado, Segismundo: "Pues aunque el dar la acción es / más noble y más singular, / es mayor bajeza el dar / para quitarlo después". La insaciable voracidad de los (putos) amos del cotarro arrebató al pueblo lo que era suyo y, con ese incorregible gesto, despertó al "compuesto de hombre y fiera" que, desde que Calderón alumbrara La vida es sueño, sabemos que somos. El maltrecho gentío tomó entonces las calles —que eran lo único que le iba quedando— y, entre hiperbólicas descalificaciones ("Hatajo de mastuerzos" llamó Fernando Savater a los indignados correligionarios de su hijo Amador) y ditirambos a tutiplén, consiguió asentar los cimientos de un renovado sistema cuyo andamiaje aún está por definir dos años más tarde. Como advirtió Baudrillard, ya no hay ideologías, sino solo simulacros, y consecuentemente los sondeos retratan un país que no deja lugar a la duda: más de la mitad del electorado se resiste a seguir bailando el agua a los partidos tradicionales y, menos aún, a sus pervertidos cabecillas. Existe una evidente resistencia a lo que Juan Gelman ha definido como "acostumbramiento" y ya va siendo hora de transformar ese cabreo ciudadano "en todas direcciones" (por decirlo en términos lucasianos), compuesto de angustia, asco y desengaño, en algo sólido que meternos para el cuerpo. Porque sabemos por William Blake que debemos crear un sistema o ser esclavos del de otro hombre; y no veo yo demasiada vocación esclava a mi alrededor.

13.5.13

La moda europea

El hawaiano Robert Kiyosaki, uno de esos charlatanes posmodernos que se han hecho mundialmente famosos publicando perogrulladas, lo tiene escrito en alguna parte: "A veces se gana y otras se aprende"; y al Real Madrid ayer le tocó aprender. El entrenador que finalmente le arrebató la Euroliga de baloncesto, Georgios Bartzokas, había advertido en la víspera: "Nos mediremos al número uno de la historia del baloncesto"; y esa falsa modestia tenía toda la pinta de una lección magistral que su adversario debería memorizar para no volver a caer en la trampa. El mejor conjunto europeo del momento (Olympiacos), que amontona en su zurrón tres finales y dos títulos cosechados en los últimos cuatro años, se enfrentaba al más laureado del continente, que exhibe orgulloso (pero ridículamente nostálgico) ocho copas de Europa en sus vitrinas, aunque esos datos previos no dibujaban más que un espejismo: de la última final continental que ganaron los blancos hace ya dieciocho años; y de la penúltima, treinta y tres: demasiado tiempo, tratándose de asuntos deportivos. Y este cuento, sumado al que concluyó trágicamente hace diez días sobre los céspedes del Bernabéu y del Camp Nou, arroja una ingrata moraleja: lo que se lleva esta temporada en el viejo continente es darle para el pelo a los clubes españoles: tanto da que hablemos de fútbol, donde la madrastra de Europa (Alemania) nos barrió de la antesala de la gloria, como que nos ocupemos del baloncesto, donde ha sido la cenicienta de la Unión (Grecia) la que nos ha birlado el final feliz. Así las cosas, el lector sabrá perdonarme que aquí no quede hueco para la épica germana ni para la mitología helena: la epopeya por nuestras glorias deportivas tendrá que esperar hasta mejor ocasión. Pero ya me jode no poder cantar ningún alivio para este deprimido país. Ya me jode.

11.5.13

Sic transit Gloria Swanson

La anécdota la cuenta el propio Landa en sus memorias, Alfredo el Grande, vertidas contra sus colegas por persona interpuesta (el gran Marcos Ordóñez), y sirve para ilustrar la falta de respeto que imperaba cuando entonces hacia uno de nuestros cómicos más populares: en cierta ocasión, el relamido director teatral y (presunto) intelectual progre José Carlos Plaza le calzó al actor pamplonica una envenenada pregunta retórica que llevaba adosados los prejuicios de un país entero: "¿Sabes que no lo haces nada mal?"; cuestión a la que el (supuesto) agraviado respondió con hiriente suficiencia: "¿Y tú te has fijado en quién va primero en los títulos de crédito? Pues por eso. Porque lo hago bien". Claro que semejante respuesta solo podía permitírsela un intérprete que ha pasado a la historia del cine español dejando como legado toda una corriente fílmica —que los cronistas más generosos elevan a categoría de género— bautizada en su honor como 'Landismo': una olvidable (pero insoslayable) colección de películas que retratan, según ha sintetizado con agudeza Carlos Boyero, "las aventuras y desventuras, el hambre de sexo y de afirmación, los traumas y los anhelos de aquel señor bajito e histriónico, gesticulante y verborreico, peleón y gimoteante, paleto y excesivo, voyeur y patético, caricaturesco y compadecible, que Landa transformó en un símbolo". El propio protagonista lo reconocía en las citadas memorias: "Mucha porquería he hecho yo"; y es rigurosamente cierto que le faltaron guiones aunque le sobrara trabajo. Pero al ibérico cateto que enloquecía a las suecas le llegó a tiempo su castizo y bardemiano On the road, y con él cambió el estado de la cuestión: pronto alcanzó al reconocimiento de la industria en Cannes y, algo más tarde, el de sus académicos paisanos. Ahora, el cascarrabias protagonista de "una vida cojonuda" se ha marchado certificando que no somos nadie: como diría el mitómano amateur Miguel Cane: "Sic transit Gloria Swanson".

9.5.13

Las damas, primero

En España, la mujer del César no quiere serlo ni parecerlo, salvo cuando se trata de achicharrar la Visa oro de su contrario. Por estos pagos, las señoras de Tal se dividen entre las que no se enteran de los mamoneos de sus santos varones y las que no quieren enterarse, principalmente cuando la justicia se pone pesada y les levanta el refajo por ver lo que esconden entre sus pomposas enaguas. La esposa protohispánica viene a ser la encarnación pluscuamperfecta del primer mandamiento neoliberal: privatiza los beneficios domésticos al tiempo que socializa las pérdidas, mayormente cuando acuden en forma de injerencia legal. A esta clase de hembra, de dudoso pedigrí, igual le da la igualdad que la madre que la trajo al mundo: se basta y se sobra para echar por tierra la pila de años en la que los ejemplares más admirables de su sexo se dejaron el pellejo luchando por esa utopía que nos pinta a todos iguales, reverdeciendo por puro egoísmo el ajado machismo carpetovetónico de una sociedad a la que aún le puede la querencia. Se diría, observando su comportamiento desde la barrera, que esa manada de fulanas preferiría seguir, para según qué cosas, en casa y con la pata quebrada, como mandaba la doctrina de la Sección Femenina, pues se autorretratan como mujeres florero a las que les brotan los Jaguars en el garaje como a mí la mala yerba en el jardín; como voces copleras ahogadas por las bolsas de basura malaya; como despistadas de alta alcurnia consortes de arribistas trincones… Pero sabemos que mienten: porque los juzgados están abarrotados de papeles que evidencian que están de mierda hasta las cejas. Lo que ocurre es que, cuando se trata de burlar a la justicia, aquí sigue funcionando la rancia cortesía caballeresca: las damas, primero.

7.5.13

El nuevo (viejo) socialismo

Porque "vivir es ver volver" —como decía Azorín— resulta menos sorpresiva la fulgurante resurrección del socialismo rubalcabiano: en política todo vuelve; y lo hace sobrado de motivos si aún no se había ido del todo. Rubalcaba, que lleva meses haciendo oídos sordos a los cenizos demoscópicos, interiorizó de pequeño el adagio de papá Gramsci que advierte que "una verdadera crisis histórica ocurre cuando hay algo que está muriendo pero no termina de morir y al mismo tiempo hay algo que está naciendo pero tampoco termina de nacer"; pero el pertinaz segundón tiene para sí que la verdadera crisis es la que está carcomiendo al absolutismo pepero y no la que los sans-culottes del puño y la rosa avivan desde la rue Ferraz. Así que, haciendo buena la apócrifa cantinela donjuanesca ("Los muertos que vos matáis gozan de muy buena salud"), el PSOE lanzó el pasado fin de semana un órdago a sus enterradores poniendo sobre la mesa del presente un conjunto de propuestas para reactivar la economía y combatir el desempleo: un refrito que mezcla a Roosevelt con la Merkel y a Obama con el FMI pero que abre una vía de esperanza a una ciudadanía con la "confianza lastimada" (Juan Gelman dixit); seis estratégicos aldabonazos económicos para poner en práctica aquello que sugería Ignacio Ramonet en una reciente entrevista: "Hay que volver al sentido común, a un keynesianismo razonable: tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como sea indispensable". Total, que lo que proponen Rubalcaba y su claque, casi sin pretenderlo, es volver a los orígenes del socialismo: redistribuir la riqueza —aunque esta vez sea prestada— por medio del Estado; o sea, lo que apuntó Jabois a su manera: "El PSOE no necesita ideas nuevas sino viejas, que son las de sus intelectuales que se le han ido bajando del caballo por rabia, frustración o aburrimiento".

5.5.13

Una España admirada por el mundo

Anteayer se celebró —es un decir— el Día de la Libertad de Prensa, esa entelequia que el Partido Popular había festejado por adelantado vía Twitter: "Con esta prensa fatalista q inunda España d pesimismo cuesta más salir d la crisis,pero vamos a salir,sin su ayuda,pero saldremos". Así apretujó sus veleidades mediáticas Iñaki Oyarzábal para sumarse a las exequias por aquel antiguo pilar de la democracia que un día hizo las veces de cuarto poder: matando al mensajero. El disléxico secretario general de los pepijos vascos ponía de esa forma el punto y seguido a una mala racha de los de su cuerda en la materia, porque, de un tiempo a esta parte: 1) los genoveses presumen de transparencia abusando de la callada por respuesta y endilgándonos las naderías presidenciales apantalladas; 2) los parlanchines diestros tienen vetada su presencia en la trinchera enemiga que lo peta en la tedeté; 3) se ha descubierto que parte de las barcenadas va a parar a los bolsillos de un ejército de intoxicadores profesionales a sueldo del partido; y 4) el mandamás interino de la autonosuya madrileña, Ignacio González, ha manifestado en voz alta sus anhelos de poner puertas al campo informativo. Y lo más lamentable es lo poco que sorprenden estos resabios viniendo de los hijos putativos de aquel ministro de (des)información franquista (Fraga) que introdujo en el (antiguo) régimen español las tácticas propagandísticas de su maestro Goebbels. Desde su acta fundacional, el PP ha pretendido inocular en la prensa nacional el venenoso título de aquella aguda colección de aforismos de Jorge Wagensberg: A más cómo, menos por qué. Eso, y aborregar al personal castigándolo con copiar cien veces en la pizarra (hasta aprendérselo de memoria) el lema de la última campaña de la enciclopedia ilustrada de la revolución española, el diario Marca: "Hay una España admirada por el mundo. Solo hay que saber qué periódico leer". Pero no cuela.

3.5.13

Aquí no hay quien viva

"El fútbol es —según asentó Vázquez Montalbán— la religión diseñada en el siglo XX más extendida del planeta"; y en pleno siglo XXI sigue siendo, mal que le pese a los marxistas más rancios, el verdadero opio del pueblo, cuyo principal efecto secundario, la hornbyana fiebre en las gradas, se ha impuesto como la única pandemia incurable de la actualidad. Conviene administrar estas certidumbres, de entrada, pues solo tras su dosificada ingesta se puede digerir una jornada como la de ayer, en la que la batalla entre los apocalípticos y los integrados de las huestes balompédicas estuvo más reñida que nunca. La sensacionalista prensa recreativa continuó comportándose como si no existiera el mañana y se entregó rendida a los encantos del maximalismo: la tunda germana en las semis de la championslíg ha dejado al aire las vergüenzas del fútbol español y ahora toca rasgarse las vestiduras para llorar el fin de ciclo de nuestras glorias deportivas, el Barça y el Madrid. Pero ni el (auto)engañoso uso preventivo del miedo escénico y los minuti molto longo ni el ventajista abuso posterior del apotegma linekeriano ("El fútbol es ese deporte en el que juegan once contra once y al final ganan los alemanes") marcan goles. El balompié patrio vive desde hace años en una burbuja ruinosamente gestionada —deudas milmillonarias y sueldos disparatados— que está a punto de estallar y que se llevará consigo nuestros aires de grandeza; pero, mientras miramos para otro lado, la eficacia probada europea —el lema del Bayern es "Mia san mia": nosotros somos nosotros; sin aditivos ni colorantes— nos las da todas en el mismo lado. Cuando pase la lacerante resaca de la derrota, caeremos en la cuenta de que no tenemos cantera ni pasta para fichajes, y entonces el país se echará a la calle de una puñetera vez: porque sin comer podemos ir tirando, pero sin furbo aquí no hay quien viva.

1.5.13

La puta insistencia

Una vieja amiga cántabra solía contarme un chascarrillo norteño que añadía vitriolo a la fina estampa que retrata la lógica del poder en este desventurado país: "Ya no sabemos si el Banco es de Santander o Santander es del banco". Se refería, claro, al vampírico tinglado montado hace varias generaciones por esos ahorradores pasiegos de rancio abolengo a los que un maldito apellido condenó desde la cuna: los Botín. Y otro tanto podría afirmarse hoy acerca de los partidos políticos, los medios de comunicación o los clubes de fútbol, pues a todos los tienen trincados los malandrines por los colgajos. De ahí que la totalidad de las causas judiciales abiertas contra los miembros del clan de la corbata roja —evasión fiscal, indemnizaciones desorbitadas, etc.— hayan sido archivadas a cambio de millonaria calderilla —si se me permite el oxímoron—; y de ahí que estos días la paniaguada prensa patria, que ha venido silenciando discretamente todas y cada una de las tropelías santanderinas, despida con honores de brillante gestor a quien la justicia sentenció como ímprobo y probado delincuente, Alfredo Sáenz, que se retira de la vicepresidencia de la casa madre con una pensión de ochenta y ocho millones de euros que sumar a lo expoliado a sus clientes a lo largo de toda una vida dedicado a la usura. Una pensión que, por su desafío al decoro en tiempos de miseria, quedará como el mayor agravio comparativo de un gremio al que los tiesos de España hemos ayudado ya con casi doscientos mil millones públicos (que no tenemos) desde que su avaricia y sus artimañas nos abocaran a una crisis que aún le parece ajena; un gremio que, por su cansina reincidencia, impele a las profesionales del sexo a reiterar su ya legendaria defensa: "Las putas insistimos: los banqueros no son nuestros hijos".

29.4.13

El dedo de Monago

El dedo de Monago debería pasar a la posteridad como incólume suvenir del descacharrante 'Celtiberia Show', aquel estrafalario escaparate expuesto en las páginas de la revista Triunfo donde el mordaz Luis Carandell recopilaba "las hazañas, andanzas, milagros, ejemplos, decires, gracias, desgracias, ocios y negocios de los celtíberos de nuestros días". El dedo de marras se lo jugó el chulesco bellotari extremeño en una baladronada tras encaramarse a la encina del poder autonómico: "Yo no he venido a hacer recortes sociales. Antes me corto un dedo, ¡vamos!", fue el envite que lanzó a una entrevistadora pública cuando entonces; y ahora, sus recortados sufridores han empapelado la región con su jeta y una coñona leyenda: "Se busca con o sin dedo". Lo cual que el fanfarrón mandamás, que parece haber olvidado que sus numerosos trapos sucios penden de tres endebles pinzas seudocomunistas, ha dado rienda suelta a su hocico y se pavonea por los medios verbalizando su victimismo. Los altavoces de la caverna mediática están reventando el límite de decibelios permitido por las más elementales normas de urbanidad para silenciar la voz de los desahuciados extremeños, pero ni todo el ruido ni toda la furia derechonas podrán acallar la calamitosa realidad de una región acogotada. El individuo que (des)calificó a su antecesor como el "campeón del paro en España" lleva ya acumulados casi setenta mil nuevos parias y aún no ha alcanzado el ecuador de su inestable legislatura. Pese a ello, se da el lujo de marear la perdiz abrazando los ensangrentados cuartos judíos y ambicionando quedar para los restos como "el presidente de la I+D+i extremeña". Incluso se ha postulado como el nuevo Guillermo Tell, porfiando con sus homólogos del arco mediterráneo: "Ellos tendrán el arco, pero yo tengo las flechas". Mas lo único que tiene es poca vergüenza; y un dedo que ya no le pertenece.

27.4.13

El récord de la vergüenza

David Trueba ha reconocido, negro sobre blanco, que "encontrarle un lado positivo a la cifra de parados española es como apreciar lo hermoso del amanecer el día de tu fusilamiento", pero el renacentista opinador no ha caído en la cuenta de que el partido que nos (des)gobierna es capaz de eso y de mucho más, pues parece ser que desde las alturas genovesas —a las que no he tenido el (dis)gusto de ascender nunca para comprobarlo— se contempla la realidad tamizada por un espíritu bucólico sin parangón en la historia de la humanidad. Para muestra, tres botones entresacados de las reacciones a lo que El Mundo ha titulado en primera "El récord de la vergüenza": 6.202.700 parados: 1) el secretario de Estado de Empelo, de cuyo nombre no quiero acordarme, balbuce que se está "invirtiendo la senda" y que la tasa de destrucción de empleo "se está atemperando"; 2) el correveidile extremeño de apellido compuesto, Floriano, suplica "que no nos ciegue ese mal dato para comprobar cómo la política económica está dando buenos resultados a nivel macroeconómico que más pronto que tarde va a llegar a las familias"; y 3) el torrentiano Martínez Pujalte mienta a Zapatero y le da otro revolcón a la sobada herencia recibida, achacando los males presentes a las decisiones tomadas "hace unos cuantos años", cuando "empezaba la crisis". Tres esperpénticas demostraciones de cómo despachan los cráneos privilegiados del PP el dramón de un pueblo que comienza a comerse los mocos; aún más grotescas tras ser corregidas al día siguiente por un Gobierno que ya admite sin ambages que será incapaz de crear empleo durante su legislatura. "Cuando gobierne bajará el paro", dijo un Rajoy que se las prometía muy felices mientras holgazaneaba en la oposición. Y en esas estamos, confiando en que cumpla su promesa… esperando que gobierne.

25.4.13

Medias verdades

Se cachondea Toni Garrido de la economía denunciando con la solemnidad que le caracteriza que "es la única disciplina que permite que distintos expertos lleguen a conclusiones totalmente diferentes utilizando los mismos datos"; y no podía haber elegido una coyuntura más favorable para meter el dedo en esa llaga: porque estamos en la semana en la que ha caído hasta mínimos históricos la cotización de la Excel(encia) financiera, esa maldita hoja de cálculo virtual —alumbrada por los alumnos más aventajados de Bill Gates— sobre cuyos desarreglos funcionales asentaron Reinhart y Rogoff las teorías austericidas que han servido como hoja de ruta a aquellos mandamases que vinieron al mundo con tijeras en lugar de manos. Aunque de poco ha servido la revelación del garrafal error de procedimiento de los cerebritos yanquis, porque los recortadores vocacionales siguen a lo suyo, con o sin aval académico. Así que, en vez de ciscarnos en el papá de Microsoft, nos vemos obligados a descargar una vez más sobre la puñetera madre de quienes se han propuesto hundirnos en la miseria. Con todo, aún quedan almas cándidas que defienden que los datos se han convertido "en el nuevo ADN de la información"; una afirmación difícil de sostener en este tremedal en el que estamos hartos de escuchar de boca de los banksters que el papel lo aguanta todo, o sea, que los datos no son más que medias verdades huérfanas de significado sin sus hermanas mellizas, las interpretaciones. Materia, esta, en la que están doctorados los trileros más baqueteados de nuestro (des)Gobierno (Rajoy, Montoro y De Guindos), que de nuevo se han confabulado para engatusarnos con el engañabobos de la prima de riesgo. Pero basta poner los pies en la calle y cruzarse cara a cara con la pobreza para mandar a tomar por saco a la susodicha prima… con toda su parentela.

23.4.13

Desvergüenza popular

En el arranque de 'What can I do', un añejo single del polifacético rapero Ice Cube, se oye el lamento de una fatalista voz en off: "En cualquier país, la cárcel es el lugar al que la sociedad envía a sus fracasos. Pero en este país es la sociedad misma la que está fracasando"; una queja que bien podría servirnos, aquí y ahora, para ejemplificar la vergonzante realidad de esta hipercrítica España del presente. Porque un Estado que tolera que sus saqueadores públicos sigan haciendo vida normal, ha de encontrarse forzosamente parasitado por una sociedad fracasada que no puede —pero tampoco quiere— poner fin a sus desgracias colectivas. Llevamos décadas dejando nuestro castigo sin venganza, cual trágicos personajes de Lope, y esa falta de cultura democrática nos está pasando una carísima factura. Ayer mismo supimos que, gracias a nuestros donativos, el Partido Popular amamantó cuando era cachorro a su dóberman asturiano con (sobre)soldadas, cuyos montos he recalculado en pesetas para que el encabronamiento sea mayor: cuando el salario mínimo interprofesional de los jornaleros ibéricos rondaba unas míseras sesenta mil cucas —hará cosa de veinte años—, el feroz Álvarez-Cascos nos chupaba cada mes algo más de dos millones, a tocateja y ensobrados. Sumo y sigo: los papeles airean que la costumbre del complemento en concepto de gastos de representación estaba muy extendida en esa época, y que los principales (sobre)cogedores eran el inefable Aznar y su camarilla (pre)gubernamental, que aún hoy sigue aferrada a varias carteras ministeriales. Vuelvo a sumar, y sigo: se filtran los (escasos) datos disponibles de las empresas tapadera con las que el PP lavó más blanco que sus adversarios durante años. Dejo de sumar. Mientras tanto, los impunes (presuntos) implicados dan diarias lecciones de moral ante las que parece obligado acordarse de Cleóbulo, el sabio moderado: "Ojalá yo viviera en un Estado donde los ciudadanos temieran menos las leyes que la vergüenza". Pero aquí, ni eso.

21.4.13

Bombas dialécticas

Hay que ser borrico (o muy hijo de las dos Españas) para dejarse seducir por los cantos de la ignominia y acusar a Eduardo Madina de simpatizar "más con lo que representa ETA que con lo que representa el Partido Popular" pero, por increíble que parezca, esa fue la culebra que escupió la otra mañana Bieito Rubido Ramonde a los micrófonos de la COPE, en medio de una audiencia enardecida ante el indecente arrimón. El aliterado director de ABC hizo buena la denuncia de García Márquez acerca del frenético ritmo del periodismo actual ("Los periodistas no tienen tiempo para leer, ni siquiera de leer el periódico"); porque solo acudiendo a esa tara profesional se podría excusar la osadía de observar connivencia con el terrorismo en un político al que ETA dejó cojo y zambo al segarle media pierna por el método de la bomba lapa. Otra cosa es que la andanada no responda a la necedad sino al canguelo derechón provocado por la postulación exógena y oficiosa de Madina como futuro inmediato del PSOE. Lo que pasa es que para remedar la táctica que Arrigo Sacchi elevó a cotas artísticas en el Milan ("Defender es atacar el ataque del contrario") no hace falta lanzarse al tobillo rival, sino todo lo contrario: esgrimir y hacer valer las habilidades propias; salvo que se carezca de ellas, claro. En cualquier caso, el energúmeno que está dejando al vetusto diario monárquico a la altura de una hoja parroquial debería saber que con exabruptos y argumentos caducados ("Conozco bien el tamaño de mi partido, la grandeza del PSOE y me conozco a mí mismo y conozco mi tamaño. Sé que mi volumen no puede dirigir el volumen del primer partido de este país", confesó Madina hace quince meses) no va a aniquilar a alguien que los terroristas intentaron matar hace once años y sin embargo hicieron más fuerte.

19.4.13

Armas (domésticas) de destrucción masiva

Ahora ya sabemos lo que cuesta hacer saltar por los aires la nunca bien ponderada Marca España, al menos en los Estados Unidos de América: unos 140 dólares. Para causar tal estropicio basta con aliñar un surtido de baratijas metálicas, ahogarlo en una olla a presión y calentarlo a fuego vivo; entonces, solo queda esperar hasta que el bum dé el chivatazo de que el contundente puchero de metralla está en su punto. Con esta sencilla receta, preparada en una de las cincuenta mil marmitas que Fagor cuela cada año a los yanquis, algún desalmado perpetró una escabechina en Boston el pasado lunes, resucitando la paranoia colectiva de un país que vive en psicosis permanente y arañando, de refilón, los intereses comerciales de nuestro patriótico Gobierno; y, gracias a esa voladura incontrolada, hemos descubierto, de paso, que las armas de destrucción masiva que amenazan la estabilidad occidental no se encuentran solo en el Oriente más o menos próximo, como nos contó el embustero trío de las Azores, sino en cualquier rincón del mundo —esta vez, en un taller industrial vasco—. Ha bastado una vulgar pieza de menaje para acongojar a los Filípides del siglo XXI, que regresaban desde la legendaria Maratón hasta la oficiosa capital de Nueva Inglaterra para cantar una victoria que se tornó en tragedia. Lo que los atletas hallaron al alcanzar la meta fue un apocalipsis hemoglobínico, una aterradora casquería humana provocada por dos petardazos que han metido de nuevo el miedo en el cuerpo al país más aprensivo del planeta; algo a lo que han contribuido los envenenados sobres destinados al presidente Obama y al Senado y la devastadora explosión de una planta de fertilizantes texana, cuyo saldo mortal aún no está cerrado. Ahora, en Norteamérica ya saben que las ollas españolas las carga el diablo; y que el terror no tiene sexo, ni raza, ni credo.

17.4.13

El capital erótico

Cuando la concejala yebenera se desenlazó de la collera de yeguas que trotan por la política provinciana para cabalgar sobre sí misma como regalo audiovisual para un amante furtivo, las cercas del porvenir se le cerraron para siempre. La lozana manchega cometió el pecado de registrar sus alardes digitales en vídeo y la propagación viral del deleite se convirtió en su penitencia: la dictadura del populacho la sentenció a escarnio perpetuo al tiempo que el postureo progresista sacaba la cara por ella; pero el daño ya estaba hecho. Asqueada de las lenguas de vecindona, clavó el punto final a su currículo político y se dispuso a gestionar con provecho lo que Catherine Hakim ha llamado el "capital erótico". Su primer paso fue alistarse en el pelotón de seudofamosos a quienes les ha dado por tirarse a la piscina televisiva previo pago de su importe pero, mientras los otros le echaban arrestos al asunto para encaramarse a la plataforma y darse de barrigazos, la ínclita Hormigos escalaba a bombo y platillo hasta el trampolín de la fama, desde donde se ha lanzado esta semana dibujando un salto mortal de necesidad y perdiendo el bañador por el camino. Porque el último hito en el fugaz discurrir de la exedila toledana por el estrellato ha sido el despelote en la fachada del Interviú, donde se ha lucido enfundada en unas bragas de mercadillo con la esperanza de erigirse en la musa cutre del hedonismo patrio. A la casada infiel le han llegado los ecos de la transparencia política y los ha encarado por la vía de la literalidad, autoproclamándose como la posmoderna libertad guiando al pueblo, que para su desgracia no tendrá un Delacroix que la inmortalice. Quedará, en cambio, empapelada como el barato pasatiempo de la España verderona, antes de honrar definitivamente al estigma que arrastra desde la pila bautismal: el Olvido.