28.6.13

Cerrado por vacaciones

"A la vuelta del verano, se aclararán todos los malentendidos. Que no éramos tan imbéciles como ellos se pensaban..."

PS: Este blog se toma vacaciones de sí mismo sine die.

26.6.13

Sin educancia

En los últimos días va quedando meridianamente claro que el pueblo soberano se ha tomado la definición de 'voto' que ofrece Perroantonio en su Diccionario para entender a los humanos al pie de la letra. Bien asimilada, esa "transferencia de la propia responsabilidad a otros a cambio de insultos" viene a representar la (verdadera) esencia de la democracia —quid pro quo, que diría un latino arcaico emperifollando el gráfico ojo por ojo del talión—; y es por ello que, cada vez que mea fuera del tiesto, a nuestro indigesto ministro de Educación, Cultura y Deporte le llueve una nutrida antología del tocho milenario que amenaza con echar abajo mis desvencijados anaqueles: El gran libro de los insultos, indispensable vocabulario arrojadizo recopilado por el profesor Pancracio Celdrán. Hasta donde alcanzan mis radares, he detectado que, en unos pocos días, al petulante Wert le han pitado los oídos en canchas deportivas, regios teatros y (j)aulas académicas: un pleno de invectivas y denuestos que abochornaría a cualquier españolito de a pie pero que al morlaco elegido por los mayorales genoveses para crecerse en el castigo le resbala. A estas alturas de la faena, el felón que viró de la Izquierda Democrática a la derecha mesocrática en busca de mamandurrias ha pasado de ser un paria a convertirse en un apestado dentro de su propio partido, donde ya no le quedan palmeros. El valido peor valorado de nuestra inmadura democracia se ha propuesto imponer una abusiva meritocracia educativa que amenaza con dejar sin estudios a medio país por falta de becas, olvidando que, según su elitista baremo, ni Aznar hubiera llegado a presidente ni él a ministro sin educancia. Resulta paradójico que un pilarista de currículo ejemplar haya involucionado para terminar como un administrador muy deficiente, pero lo más duro es que, si nada lo remedia, tendremos que soportarlo hasta la próxima reválida.

24.6.13

Antes y después

El segundo Conde de Rochester, que fue registrado civilmente como John Wilmot, fue un incorregible libertino británico del siglo diecisiete que la diñó a la edad de Cristo, dejando como legado una importante obra poética, regada de sátira y hedonismo, y media docena de churumbeles a cargo de su acaudalada parienta. Y fueron ambas circunstancias las que le posibilitaron pasar a la posteridad sintetizando la quintaesencia de su cinismo vital: "Antes de casarme —dicen que dijo poco antes de morir entregado a los excesos— tenía seis teorías sobre cómo educar a los niños. Ahora tengo seis hijos y ninguna teoría". Salvando las distancias, pues el acontecimiento más epicúreo que se le recuerda a Rajoy fue chuparse un habano mientras contemplaba in situ una ascensión ciclista a l'Alpe d'Huez, se trata del mismo mal que aqueja a nuestro apocado mandamás: antes de alcanzar la presidencia del Gobierno, el rey plasmado aseguró barajar infinitas soluciones para un solo problema, la crisis, pero año y medio más tarde vaga sumido en el (des)gobierno, asediado por infinidad de problemas para los que no encuentra siquiera una mísera solución. Moraleja: los apriorismos sirven de poco en la vida privada, y de nada en la pública. Visto lo visto, los partidos políticos (populares y populistas) deberían someterse al dictamen de las urnas sin programa electoral y, solo después de haberse encaramado al poder, formalizar sus propuestas. Así, la reiterada inoperancia gubernamental sería idéntica, pero al menos nos ahorraríamos la frustración que sucede a cada fraude programático. Votaríamos —quienes todavía se atrevan a hacerlo, claro—, igual que hasta ahora: en función de afinidades electivas, del sentimiento de pertenencia a un grupo o cegados por cuestiones tan accesorias como el sexo, la edad, la raza, el credo o el aspecto físico de los postulantes. Pero sería un proceso más limpio, que solo podría verse adulterado mediante cirugía estética. O sea.

22.6.13

Sodomicracia pepera

El prematuro deceso del actor que lo encarnó en la (pequeña) pantalla ha provocado que algunos serieadictos hayan recopilado de urgencia las sentencias más populares de Tony Soprano, aquel torrencial capo italoamericano que nos llevó de la mano por el lado salvaje de la vida durante seis largas temporadas. De entre los más respetables proverbios pronunciados por tan singular personaje, hoy emerge uno que escuece al ser rememorado: "Solo jodemos al que merece ser jodido". Y escuece particularmente porque, también en eso, la ficción supera a la realidad: incluso en lo tocante a la moralina, los turbios arquetipos televisivos se permiten dar lecciones a los pelafustanes que nos (des)gobiernan: porque, aquí y ahora, los politicastros no tienen miramientos ni siquiera cuando se confabulan para jodernos: en nuestra sodomicracia se toma por retambufa a todo hijo de vecino; de lo cual se colige que los verdaderos mafiosos no son, como creíamos erróneamente, los figurines que convirtieron a Los Soprano en la serie de las series, sino aquellos que se están cebando (en recalcitrante presente continuo) con nuestro ojo ciego. "Una mafia completamente instalada bajo apariencias democráticas", según los ha retratado el indignado verbo de Juan José Millás, que ayer se ciscó sin piedad en los (sobre)soldados populares desde lo alto de su columna paisana. Y motivos no le faltan, porque aún está fresca la divulgación del abracadabrante dineral extraordinario que Alí Babárcenas y los cuarenta ladrones genoveses se han agenciado con cargo a los presupuestos generales del Estado: veintidós euromillonazos sisados en otros tantos años, repartidos a discreción entre los capitostes peperos de antaño y de hogaño. Así se entiende mejor por qué el PP gasta casi doscientos mil euros anuales en sobres pero, principalmente, se comprende por qué sus señorías reiteran que no están en política por el dinero: muy al contrario, están en el dinero por la política.

20.6.13

Leña al mono

Hace tres semanas fue la Comisión Europea la que nos leyó la cartilla y ahora le ha tocado el turno al Fondo Monetario Internacional, mas poco importa el remitente cuando las advertencias enviadas a nuestra nunca bien ponderada península histérica son idénticas: 'Sí, pero no', han venido a decir los insaciables vampiros supranacionales en un escueto mensaje donde el 'sí' equivale a una palmadita en la espalda —efecto lubricante— y el 'no', a todo lo demás —"te la meto doblá", que cantaría el chirigotero 'Selu' de Cai—. Resumiendo la cháchara tecnócrata, por ahorrar esfuerzos al (improbable) lector: dos de las tres patas de la maldita troika de los dineros se han aliado para azuzar a los cachorros de Rajoy para que continúen apretando pero sin ahogar a sus presas o, en el peor de los supuestos, para que ahoguen sin que se note demasiado. O sea, leña al mono democrático, que para eso están las mayorías absolutas. Aunque, por más que el eco gubernamental repita hasta la saciedad que ya se vislumbran en el horizonte los brotes verdes, lo cierto es que, desde que la cándida Elena Salgado los barruntara años ha, los únicos brotes verdes que han visto estos ojitos son los de mi mala hierba jardinera. Lo refería con una ilustrativa anécdota David Gistau en su dietario: a las puertas del Congreso, ayer se le escapó a un policía: "Ay, si los detectores fueran de mentiras…". En fin, que ante quienes nos chulean desde las alturas no caben medias tintas: o seguimos jugando al engañabobos con inútiles pactos al estilo de los de Cánovas y Sagasta o desentrañamos toda la mala leche acumulada secundando a Sánchez-Gordillo ("Que la Europa de los mercaderes se vaya al coño de su puta madre"). De momento, Rajoy y Rubalcaba han optado por jugar a la Restauración.

18.6.13

Santo y seña

Aún tengo fresco en la memoria el recuerdo de Crematorio, una insoslayable miniserie televisiva nacida para prestigiar las creaciones domésticas, basada, a su vez, en una punzante novela de Rafael Chirbes que acaba de ser aupada a los altares de la narrativa hispana por una solvente encuesta periodística. Tanto en la una como en la otra se da cuenta, alternando la lija y la seda, del auge y caída del imperio español de la corrupción, el indecoroso tinglado que en unos pocos años llegó a convertirse en santo y seña de un mundanal que, como consecuencia de ello, produce hoy entre los pusilánimes una indescriptible mezcolanza de vergüenza y asco. Crematorio clava su inmisericorde puya en el corazón de la corrupción urbanística, una bastarda subespecie que encontró su feraz caldo de cultivo a orillas del Mare Nostrum; y un reportaje publicado ahora por El País certifica que el ochenta y ocho por ciento de tanta podredumbre tiene concomitancias con el suelo. Haciendo acopio de los últimos datos sobre la materia, el periódico global en español calcula que, en trece años, se han descubierto alrededor de ochocientas corruptelas en nuestro país, que no todas ellas están judicializadas y que se han practicado unas dos mil detenciones. Las cifras simplemente actualizan el recuento nuestro de cada día, aunque los pringados de turno preferirían que con semejante material se hiciese, de una vez por todas, borrón y cuenta nueva. Precisamente a quienes depositan sus (fundadas) esperanzas absolutorias en indeseables subterfugios, van dedicadas advertencias como la del director de infoLibre, Jesús Maraña: "Si desde la política alguien cree que se puede tapar la Gürtel con los ERE (o viceversa) o los sobresueldos del PP con el caso Campeón, es que vive en otro planeta. El ventilador no funciona. Se atascó con tanta porquería. No todos son iguales, aunque muchos hagan enormes esfuerzos por parecerse".

16.6.13

Causa general

Por mucho que el tontolaba de Floriano siga dando la barrila con la infumable cantinela de que hay abierta una "causa general" contra el PP —cacareando el argumentario suministrado por el jefe de prensa oficioso de su partido, Paco Marhuenda—, lo cierto y verdad es que el asunto de Bárcenas y sus asuntillos —valga la redundancia— se está descubriendo como un "pozo sin fondo", según ha titulado el ABC haciendo gala de una inusual coña marinera: compraventa dorada, marchantismo ilustrado, billetes viajeros, declaraciones a devolver, millones a cascoporro, rutinas deluxe… De todo hubo en la viña del señor que manejaba el cotarro de los dineros. Al sibarita Bárcenas se lo imagina uno, tanto en las duras como en las maduras, recitando a Churchill frente al espejo: "No podría vivir sin el champán. En la victoria me lo merezco; en la derrota, lo necesito". Además, tengo para mí que el bon vivant genovés aún anda luciendo pescuezo por las cumbres capitalinas porque es de esos que piensa que "el dinero es el boletín de notas de la vida", como reza una antológica viñeta recopilada en El dinero en The New Yorker. Pero, aunque el antiguo contable de la famiglia pepera merezca matrícula de honor por su destreza matemática, su expediente vital retrata al mayor suspenso de nuestra joven democracia: un pitagorín que, más pronto que tarde, lo único que podrá contar serán los días que le queden para volver a ser libre. Por eso, al mamarracho Floriano le convendría saber que la única causa general habida en la patria que se apellidó una, grande y libre, fue la instruida por sus abuelos políticos sobre lo que ellos mismos denominaron "la dominación roja"; mas no creo que el papagayo mangurrino que nos cuesta muchísimo más de lo que vale conozca el alcance de las consecuencias de aquel proceso.

14.6.13

Vicios y virtudes

El azote del kirchnerismo, Jorge Lanata, despidió el pasado domingo su popular Periodismo Para Todos de la tele argentina con uno de sus implacables discursos: "La corrupción es como el aire acondicionado. Vos lo escuchás cuando lo ponen. Pero después te acostumbrás al ruido y lo dejás de escuchar. Con el afano es igual, primero te asombra y después te va asombrando cada vez menos y menos y menos y ya todo te parece normal". Quien así se expresa es uno de los escasos periodistas de raza que aún sobreviven al otro lado del corrompido charco, y su exordio adelanta un nuevo sopapo en la jeta de los chorros oficialistas de una nación que los amamanta por centenares. Leo Messi es paisano de Lanata aunque, por los últimos chismes escuchados en el mentidero, está más en la onda de las cuadrillas de manilargos a las que el orondo comunicador pone la cara colorada semana tras semana. Lo ventajoso para el pelotero culé es que echó los dientes en el argentado paraíso de la sisa pero pegó el estirón en la ibérica cuna de la picaresca, un hecho al que, a la vista de los resultados, le ha sacado un sustancioso provecho. Las lenguas de vecindona escupen que el futbolista del Barça le ha birlado a la hacienda española un puñado de millones, y ese parece mérito suficiente para erigirse, por derecho propio, en uno de esos "hipócritas" —denunciados en la prensa por Luis García Montero— que "afirman en público la virtud para esconder en privado sus vicios"; uno de los villanos que los futboleros convierten en héroes con la misma facilidad que la justicia troca en villanos a héroes como el perseguido soplón Hervé Falciani, un desertor del HSBC que maneja un arsenal documental capaz de aniquilar buena parte del fraude fiscal planetario; un polvorín que, por desgracia, no explotará nunca.

12.6.13

Vade retro Soraya

Anda el patio un tanto revuelto por mor de un concejal gallego que ha etiquetado como "chochito de oro" a la señora Sáenz de Santamaría [en adelante SS], y no termina uno de comprender las furibundas reacciones que ha suscitado su fabulador exabrupto. Resumiendo: un edil nacionalista se recrea en el retórico arte de la sinécdoque desde su blog particular, una bitácora entre coñona y chabacana de limitado alcance; merced al mencionado tropo alude a los 40.000 euros que el ministerio de SS tiene presupuestados para "recoñecementos xinecolóxicos"; el improperio escapa al ámbito local, y el populacho español, con el (radical)feminismo al frente, se la coge (una vez más) con papel de fumar y pide la dimisión del (presunto) bocazas; el ministerio de SS aclara el destino de la partida denunciada, para desfacer el entuerto; por último, el rapsoda accede a la petición popular, previa redacción de un sensato pliego de descargo en el que anota: "É curioso que eu teña que dimitir por un erro deste calibre, mentres outros imputados unha, duas ou tres veces seguen no cargo". Sin ir más lejos, el partido (supuestamente) agraviado por la retranca del tal Charlín aún acoge entre sus filas a indeseables como el ínclito León de la Riva, autor de toda una enciclopedia de la grosería que, por desgracia, le ha permitido apoltronarse en la alcaldía vallisoletana durante casi dos décadas. Pero lo sustancial del caso es que la vicepresidenta plenipotenciaria del Gobierno está empezando a caer (demasiado) gorda entre quienes no soportan su insultante omnipresencia, y ya está sufriendo los primeros revolcones. Iñaki Gabilondo la rebautizó el otro día como "Soraya da Vinci" por su irrefrenable acumulación de cargos, y nos parece harto atinado el remoquete, pues nos están intentando colar como polímata gubernamental a quien que no pasa de saber muy poco de todo y nada de mucho, que diría Perroantonio. Así que, 'Vade retro Soraya'.

10.6.13

Adiós al cineasta total

Repasando los heterodoxos obituarios repentizados en la prensa en torno a la figura de Elías Querejeta por aquello de esquivar abominables redundancias, me topo con una infinita retahíla de epítetos que, sin pretenderlo, conforman el insuperable retrato de una personalidad inabarcable: combativo, cabezota, insobornable, renovador, controlador, temerario, lúcido, pudoroso, contestatario, hermético, profundo, carismático, serio, escéptico, visionario, sabio, apasionado, independiente… El caso es que el Productor (con mayúsculas) ha elegido para jubilarse (de su profesión y de la vida) el principio del fin del cine español; la absoluta decadencia de nuestro más gozoso alimento espiritual, cuyo porvenir se presenta gravemente amenazado por las nuevas tecnologías, las carencias creativas y las políticas obtusas. El hombre al que Alberto Bermejo ha definido como "cineasta total" por ser mucho más que un mero productor, guionista y director, fue el máximo responsable de medio centenar de imprescindibles películas que, "vistas en su conjunto, configuran una obra coherente, de marcados rasgos comunes, formales pero sobre todo temáticos". Una obra, en suma, presidida por aquello que se echa de menos en la mayoría de quienes se dicen creadores: criterio. "Querejeta permanece asociado a la calidad artística pero también a la altura ética, a la exquisitez intelectual y al compromiso con su tiempo", escribió hace algún tiempo Luis Alegre; a lo que añadió, sin solución de continuidad: "Ha exhibido su toque en el franquismo, en la transición, en la democracia, en el siglo XXI. La cosa tiene su mérito"; tanto que, de haber podido disfrutar de una prórroga vital, a buen seguro habría pergeñado una alegoría de la liquidación del estado del bienestar. Hace unos días un director austriaco (Michael Haneke) le birló injustamente el premio Príncipe de Asturias, aunque no parece que a un "rojo de corazón" venido al mundo en el Hernani republicano —la pequeña Rusia vasca— le hubiera hecho demasiada gracia pasar a engrosar la nómina de la alta nobleza artística.

8.6.13

Empresa Mundial S.A.

A esta hora en que yo me entretengo arrejuntando palabras, en las cercanías de Londres se encuentran reunidos, a gastos pagos, los (putos) amos de mundo: centenar y medio de medradores gerifaltes financieros, dóciles mandamases políticos, avaros mercaderes globalizados, paniaguados comunicadores, domesticados académicos y aristócratas palmeros que, juntos pero no revueltos, conforman el todopoderoso Club Bilderberg, una de esas "siniestras camarillas" que, según Fidel Castro, manejan la humanidad a su antojo. Oficialmente, la conferencia anual que este año se reúne por sexagésimo primera vez es "un foro para discusiones informales off-the-record sobre megatendencias y los principales problemas que enfrenta el mundo", pero aseguran quienes han (mal)gastado su vida investigando tan florida secta —con el conspiranoico pope exsoviético Daniel Estulin a la cabeza— que entre sus miembros se esconden el verdadero rey de reyes y el auténtico jefe de los jefes de Estado; y que su objetivo final es la creación de "un gobierno mundial único, con su propio ejército, moneda y religión" o, dicho en román paladino, "una red global de cárteles gigantes" que vendría a funcionar como Empresa Mundial S.A. Y a lo peor todo eso es cierto; y también lo es que los oligarcas bilderbergianos pertenecen a la masonería y a los Illuminati (con tomati) —según rezan los manuales de la cosa—, pero a mí me gusta imaginármelos echando unas risas entre cañas y tapas mientras alternan partidas de Monopoly y Risk, que son las dos únicas maneras de controlar el mundo que yo conozco. Porque, de ser ciertas las sospechas de que esa plutocracia atlantista pretende imponer un Nuevo Orden Mundial desde la sombra, ¿alguien entendería para qué demonios invitaron en los últimos años a peleles como Almunia, Cospedal, Sorayita o la reina Sofía? ¿Alguien podría explicar qué pinta allí De Guindos este año, aparte de repartir currículos para cuando Rajoy le dé la patada?

6.6.13

El cortijo andaluz

"En la luna negra / de los bandoleros, / cantan las espuelas". Así arranca una popular canción del Lorca más arrebatadoramente provinciano, escrita en otros tiempos —los años 20 del siglo XX— que evocaban tiempos aún más remotos —mediados del XIX—, pero sus versos le vienen al pelo a las posmodernas desventuras de las invertidas reencarnaciones de Juan Palomo y 'El Tempranillo', uséase, el conseguidor Juan Lanzas y el dispensador Javier Guerrero: los bandoleros que muñeron la asechanza sureña que Agustín Rivera ha regalado a la posteridad en su pintiparado El cortijo andaluz. "Andalucía es, desde hace tres decenios, un Régimen. Populista". Lo tiene escrito Gabriel Albiac y lo sabe todo hijo de vecino. "Un régimen que, de hecho, ha funcionado con la contundencia de apisonadora propia a los sistemas de partido único". Por consiguiente, el caso de los ERE fraudulentos consentidos por la Junta —con sus intrusas prejubilaciones, sus mordidas empresariales y sus intermediarias sobrecomisiones— es lo mínimo que cabía esperar de tan arraigada política cortijera. Advirtió la difunta Margaret Thatcher que "el socialismo fracasa cuando se le acaba el dinero de los demás" y, atendiendo a razones, no hay quien ose discutir su férrea sentencia. El jaranero mandamás del currelo andaluz derrochó un dineral público en lumis, cubatas y farlopa, hasta caer intoxicado, y los progenitores de su factótum sindicalista han reconocido a la benemérita que en su casa había "dinero para asar una vaca" —que no llegan a ser los miles de millones referidos por el hiperbólico Rajoy, pero casi—. Total, que entre unos y otros se han dejado pochar la rosa de la socialdemocracia meridional, y el runrún de la sospecha alcanza ya a los omnipotentes Griñán y Zarrías. Mientras esperamos que la justicia ordinaria los ponga en su lugar, nos consolamos con la lorquiana justicia poética: "En la luna negra, / sangraba el costado / de Sierra Morena".

4.6.13

Teleindignados

Uno de los más avezados todólogos del afterpop patrio, Raúl Minchinela, sostiene que "la televisión retrata el XXI como el siglo de las pocas luces"; y lo cierto es que basta con abandonarse durante unos minutos al noble arte del zapeo para corroborar que razón no le falta. La (plausible) tele que nos parió ha dejado paso a un oligárquico entramado audiovisual demasiado condescendiente con la rajoyana mayoría silenciosa y… así nos va. Pero no todo está perdido: como acentuaba hace poco David Trueba, "con bastante poco esfuerzo, La Sexta se ha adueñado de un territorio de crítica que las demás cadenas le han entregado sin disputa". El renacentista crítico televisivo se refería, claro, al recalcitrante espíritu de mosca cojonera que se ha adueñado de quienes manejan a su antojo el emporio que Zapatero regaló a Roures y este malvendió a Lara; y la verdad es que se nos antoja incontrovertible defender que los infoshows sextarios conforman ahora mismo, casi en exclusiva, el digno amplificador de la ninguneada voz del pueblo. El Gran Wyoming, mordaz busto parlante de uno de esos críticos artefactos (El Intermedio), lo denunciaba piropeando a Jordi Évole en el quinto cumpleaños de su bienaventurada criatura: "Es una vergüenza que Salvados sea competencia de los grandes medios de comunicación; en realidad, es una vergüenza para el país"; y lo es porque el antiguo 'Follonero' ha finiquitado su undécima temporada erigiéndose en el referente de lo que Libération ha llamado "teleindignados": el Michael Moore del Llobregat se ha transformado en "un Tintín que nunca recula". Lo reconfortante es que su hueco lo ocupa, desde ya, El Objetivo de Ana Pastor, esa españolización del manido fact checking anglosajón que pretende afear las mentiras públicas con datos: una quimera que fracasó en su debut, olvidando que no todo es verdadero o falso; que también existe lo verdadero, pero…

2.6.13

Ceremonia y costumbre

En estos últimos meses se viene elevando a conocimiento público, adornado con todo lujo de detalles, aquello que los malpensados llevábamos años barruntando: el mangoneo generalizado se instaló en el Partido Popular como ceremonia y costumbre —que diría Yeats— desde el mismísimo momento de su fundación. Defendía Max Weber que solo podemos saber lo que somos si determinamos cómo hemos llegado a ser lo que somos, y así, entre una ley de transparencia que no termina de fraguar y una ley mordaza que nunca debería fraguar, el PP está dejando entrever sus vergüenzas pasadas y presentes, lo cual que vamos empezando a saber lo que es precisamente porque se está determinando cómo ha llegado a serlo. Así lo reconocen incluso sus adversarios, como Irene Lozano: "El máximo ejercicio de transparencia que ha hecho el PP —si bien a trompicones— ha sido el de publicar su contabilidad B en los periódicos"; aunque sea por la vía indirecta, cabría añadir. El caso es que gracias a los diarios (in)dependientes vamos descubriendo que a la tesorería pepera se jugaba al revés que al parchís: Bárcenas se comía veinte, contaba una y las otras diecinueve las repartía. Aunque, mayormente, lo que está quedando al descubierto es que los gerifaltes genoveses diseñaron dos universos paralelos que ahora pretenden finiquitar con discursos para lelos. La Cospedal espera que lo del extesorero "se ventile con total normalidad", pero sucede que las (sobre)soldadas a discreción solo son la punta de un iceberg que esconde, además, regalías gürtelianas a todo quisque, mamoneos entre los mandamases mediterráneos y nuestros regentes, estafas bankiarias, dádivas empresariales… O sea, que no va a resultar sencillo ventilar toda la mierda que corrompe una cofradía cuyos potentados se dividen entre quienes un buen día se vendieron al mejor postor y quienes, por no ser menos, se dejaron comprar.