20.12.12

Dios los cría...

Ayer me entretuve escudriñando el 'Abecedario de la corrupción 2012', publicado a doble página por El Mundo hace unos días: 141 nombres de sospechosos habituales, de la A de Acebes a la U de Urdangarín, pasando por exóticos ejemplares como José Blanco, Carlos Fabra o Rodrigo Rato. Ni bien acababa de finiquitar la deshonrosa retahíla, cuando aún rumiaba el conspiranoico credo del añorado Christopher Hitchens ("Creo que este planeta es usado como colonia penal, manicomio y basurero por una civilización superior para deshacerse de los indeseables e incapaces. No lo puedo probar, pero usted tampoco puede demostrar lo contrario"), me di de bruces en internet con una foto de aúpa; en ella, su majestad (de ustedes) aparece flanqueada por la corrupta flor y nata del mosqueante binomio empresariado/política durante una cacería de perdices perpetrada hace un lustro: un trío de palmeros, envuelto en rigurosos ropajes cinegéticos, sonríe en la instantánea junto al Rey. Casualmente, los tres retratados aparecían referidos en el pútrido inventario que acababa de empaparme: Gerardo Díaz Ferrán, exmandamás de la CEOE, enchironado por presunto delito de alzamiento de bienes y blanqueo de capitales; Jaume Matas, excacique (popular) de Baleares, empapelado por diversos delitos y pringado en más de veinte casos por malversación, fraude, falsedad, prevaricación y tráfico de influencias; y Arturo Fernández, número uno de la patronal madrileña y dos de la española, imputado por estafa, apropiación indebida y falsificación de cuentas por lo de Bankia. Miré la foto largo rato y, mientras certificaba que a este país medieval no lo rescata ni la madre que parió a Merkel, cruzaron por mi mente películas —La escopeta nacional, claro—, novelas —Las amistades peligrosas—, canciones —With a little help from my friends— y hasta el socorrido refranero castellano, que acudió para recordarme que Dios los cría… y ellos se lo reparten.

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