El analfabetismo funcional protohispánico sigue causando estragos entre la grey, y los tahúres que se juegan nuestro porvenir al mus se han conchabado para lanzar un último órdago al entendimiento general: la invasión doméstica del infoentretenimiento, esa bastarda amalgama de (des)información y chinchorreo que nos vende la tedeté bajo la fórmula de la tertulia sociopolítica. "Telespañolito que ves la tele, te guarde Dios", cantaba un machadiano Sabina cuando aún nadie sospechaba que en plena posmodernidad el sujeto en cuestión pasaría cuatro horas diarias delante de una caja que nunca fue tan tonta como ahora; y no quiero ni imaginarme lo que cantaría hoy, con una parrilla televisiva invadida por la poca chicha y la mucha carnaza. Nos tienen calados y algunas cadenas ya dedican un tercio de su nada televisada a tratar de desentrañar para nosotros lo que la cháchara política esconde, reclutando para ello a una recua de cráneos privilegiados que se reparten entre meros correveidiles del poder establecido y todólogos de postín con peritaje en lunas, entre cuyos exabruptos, interrupciones y gruñidos, a duras penas asoma la realidad. Todo ello, previo pago de su importe, que oscila entre el cheque regalo a canjear en grandes almacenes y el billetón violeta —aunque la cotización llegó a ser más del doble—. "Ser periodista y actuar como tertuliano, para empezar, es mucho mejor que trabajar", ha confesado sin ruborizarse Alfonso Rojo, uno de los elementos que está dejando la profesión hecha unos zorros; y empiezo a pensar, como los miembros de Politikon, que "el problema quizás sea que lo que la sociedad necesita del periodismo (rigor, calidad, independencia, profundidad, profesionalidad) no es lo que la sociedad le demanda". Mientras resuelvo mis dudas, improbable lector, guárdame un secreto —que comparto con el publicista Jacques Séguéla—: "No le digas a mi madre que soy periodista, ella cree que toco el piano en un burdel".
Manueltirado, Felicidades por tu clara exposición, te agradezco que hayas plasmado ahí lo que pienso y no sé decir. No doy periodista, pero sí madre de periodista. Te seguiré :-D
ResponderEliminarComparto tu criterio después de muchoas años de oficios y otros tantos de deserción.
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