27.5.13

Memorias worst seller

Los plumíferos más esquinados defienden que el flamante aznarazo no anunciaba el regreso del expresidente a la batalla política sino que franqueaba la vuelta de sus (des)memorias a las mesas de novedades ahora que la primavera levanta la veda sobre las ferias y fiestas literarias, pues a nadie se le escapa la feliz causalidad de que el sello de sus confesiones y el altavoz de sus amagos sean hermanos de leche mediática, o sea, hijos de papá Planeta. Tesis que cobra carta de naturaleza atendiendo a las cifras de venta del artilugio, convertido en ruinoso worst seller para una editorial reincidente en el desatino merced a las ensoñaciones de José Bono: entre las medias verdades del uno y las mentiras completas del otro no han despachado ni siquiera cien mil ejemplares, aunque el adelanto conjunto para sendos escribanos rondó los dos euromillones. Pero en casa Lara no pierden la esperanza de amortizar su desaforado mecenazgo político y, mientras ultiman los detalles del novelero recordatorio de Zapatero, ya mercadean con el tercer tomo autobiográfico de Alfonso Guerra, donde se desvela por qué no llegó a cumplirse —o sí, según se mire— el adagio socialista que rezaba: "Después de Felipe, Guerra, / y después de Guerra, nadie". Porque, por mucho que posturee ahora nuestro parlamentario más veterano ("Yo no le negaré jamás la amistad a Felipe"), lo cierto es que su entente cordiale terminó como el rosario de la aurora, según cantó el romancero Campany cuando entonces: "Por las filas felipistas / circula ya la sentencia. / Voces de muerte sonaron / del Guadalquivir al Deva. / Todas las voces decían: / 'Camaradas, guerra al Guerra. / Quedemos nosotros limpios / y sobre él caiga la mierda". Lo que pasa es que el memorialismo posmoderno es hijo bastardo de la ciencia ficción; y así no hay quien se aclare.

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