Mira que me extraña, pero cada día estoy más convencido de que algún miembro del Gobierno, o de su nutrida legión de paniaguados asesores, es lector del terrible Houellebecq, que tiene escrito en alguna parte que "toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus heridas" y que, con su sadismo habitual, recomienda: "Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte". Porque en eso andan Rajoy y sus acólitos: hurgar en la herida por la que se desangra un país que acaba de registrar la mayor tasa de desempleo de su historia, al tiempo que se parchea donde menos falta hace; porque se requiere un buen estómago para asimilar que más de la mitad del flamante paro trimestral certificado venga provocado por eso que los endocrinos políticos denominan adelgazamiento de las administraciones públicas, y que no es más que una dieta diseñada a estilo melacargué, en la que solo se recorta la partida de personal. O sea que, a nuestros nutricionistas aficionados, les está saliendo un pan como unas hostias: ni van a cumplir los objetivos de déficit marcados ni serán capaces de detener la sangría del paro. Tan es así, que me llegan rumores de que la EPA será sustituida en breve por la EPI, pues solo analizando la población (in)activa será capaz de ofrecer algún resultado positivo un Gobierno (im)popular que fomenta las desigualdades sociales: los ricos son cada día más ricos y a los pobres… que nos vayan dando por retambufa. Solo nos dejarán dos opciones: exilio o suicidio, porque ya ni siquiera nos ampara el vilipendiado artículo 47 de la Constitución y, entre los desahucios privados y los públicos, están empezando a caer los primeros mártires por la causa, para que la Dolorosa Cospedal y sor Aya, plañideras mayores del PP, tengan motivos por los que llorar en serio.
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