El entrañable Billy Wilder comparaba a su genial colega, Ernst Lubitsch, con otros directores cinematográficos, tirando de números: el que tiene miedo siempre dice dos más dos son cuatro, o uno más tres son cuatro, o uno más uno más uno más uno son cuatro, mientras que Lubitsch solo dice dos y dos, y espera que el público lo sume para saberlo también. Traduciendo matemáticas a lenguaje, lo que Wilder venía a decir es que Lubitsch se limitaba a sugerir y confiaba en que la inteligencia del espectador hiciera el resto. Por alguna extraña razón, no consigo quitarme este añejo comentario de la cabeza en los últimos días. Será, a lo peor, porque los mandamases del PP pertenecen a la raza de los que tienen (mucho) miedo y nos toman por tontos; porque de otra forma no se entendería la chiripitiflaútica precampaña electoral que están perpetrando en Cataluña, en la que un par de videos han convertido a un puñado de líderes peperos en el hazmerreír político del momento: "Ens agrada Catalunya", se titula el invento, y en él se recurre a peregrinos argumentos para demostrar un impostado amor por la tierra de los infieles; olvidan las huestes genovesas que los infantes sin españolizar a los que parecen dirigirse no votan en las próximas elecciones catalanas. A la única a la que le traiciona el subconsciente es a la sincera alcaldesa de Sanxenxo: "Por lo que nos regaláis… nos gusta Cataluña". Haber empezado por ahí: ¿para qué defender un programa político contra la desastrosa gestión de CiU en esta abortada legislatura cuando lo único que importa es la pela? Miedo. Tienen miedo; el mismo que sus marciales hermanos de la vomitiva Fundación Francisco Franco, que proponen decretar el "estado de guerra", destituir al "presidente-delincuente" de la Generalitat y enviar al Ejército "para apaciguar Barcelona".
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