2.11.12

Nos miran mal

Manda la tradición que cada año, por estas fechas, España llore a sus muertos, pero esta temporada, para variar, España ha decidido llorarse a sí misma: por ahorrar esfuerzos. Es este el puente en que los zombis, o sea, los muertos resucitados, se van de marcha, y en esta ocasión se ha sumado a la (maldita) fiesta una nueva especie: el muerto en vida; ese que los gerifaltes del PP niegan pero que abarrota las calles, que son lo único que le va quedando. Para amenizar el velorio, The Wall Street Journal ha atizado una nueva hostia internacional en el pétreo rostro del Gobierno español, que suele encajar los golpes con victimismo repentino pero sin propósito de enmienda. La biblia capitalista se recrea en "el pesimismo" patrio y tilda de "desaborido y sumiso" al estilo político de Rajoy, cuya táctica ante el (más que probable) rescate dice ser "la de todo adolescente: si no estás seguro de obtener un 'sí', entonces es mejor no preguntar". El WSJ explica la "disfunción" española echando mano del "enchufismo" y del "privilegio clientelar", al que define como nuestro "propio propagandista"; y se escandaliza de "que todos los partidos estén poblados de mediocres a todos los niveles", citando a Bono, Wert y Pepiño Blanco como modelos. Subrayaba Raúl del Pozo hace algunas semanas, al hilo de la actualidad, que "están en contra de nosotros los sarracenos, los hugonotes y los mormones" y anotaba con amargada sorna que "los españoles vuelven a decrecer después de que su estatura media se hubiera aproximado a la de los europeos". Nos miran mal, pero estamos peor; tanto, que hoy hago mío este doloroso colofón que se marcó el otro día mi ilustre coetáneo Antonio Lucas: "A mí me avergonzaría hacerle malgastar a la gente su vida mientras me votan las mentiras".

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